El éxito deportivo de Rafa Nadal se debe tanto a su talento y cualidades deportivas para el tenis, como a sus cualidades humanas. La conjunción ... armónica de ambas facetas le ha permitido ser el número uno. Algunos de sus rivales eran mejores técnicamente, pero no en valores humanos. Por ejemplo, el suizo Roger Federer es más creativo y brillante, pero no tiene la resiliencia y perseverancia de Rafa que le ha servido para ganar partidos que parecían perdidos.
Los valores humanos de Rafa Nadal son un referente en procesos de formación en valores. Un profesor del IESE, Santiago Álvarez de Mon, ha convertido el itinerario profesional de Rafa en un Caso para formación de líderes de empresa.
Esos valores son el fruto de la educación recibida desde su infancia en la familia. Tanto su padre, Sebastián, como su tío y entrenador, Toni Nadal, ayudaron a Rafa a crecer humana y deportivamente desde sus primeros años. Le inculcaron los valores del esfuerzo, el sacrificio, el respeto, la disciplina, la humildad, la constancia, la perseverancia y la fortaleza. No han sido simplemente valores teóricos, sino valores vividos. Según Toni, Rafa ha sido preparado para resistir en momentos difíciles. A medida que Rafa iba ganando trofeos Toni procuraba que conservara la humildad, valiéndose de recursos como el siguiente: «no olvides que el tenis consiste simplemente en pasar una pelota por encima de una red».
Rafa Nadal ha sido galardonado en varias ocasiones con el Premio Stefan Edberg al tenista con mayor deportividad. En su discurso al recibir el premio afirmó que quería «ser recordado como una buena persona, más que como un buen tenista».
También fue condecorado con la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco en 2020 por sus méritos y ejemplo de superación y sacrificio y porque «representa a la perfección los valores que debe tener un líder de nuestra institución: integridad, lealtad, disciplina, valor, responsabilidad y sentido del deber».
Pienso que en una nueva Reforma educativa los valores humanos del itinerario profesional de Nadal serían una buena referencia, para mejorar la actual Lomloe, dada sus carencias en educación de valores. Se trata de una ley que elimina la cultura del esfuerzo, como lo prueba que se pueda pasar curso con varias materias suspensas. ¿Qué tipo de esfuerzo realizarán los estudiantes si previamente saben que los suspensos no les impedirán pasar al curso siguiente? ¿Y en qué lugar queda el prestigio y la autoridad del profesor?
La Lomloe está agravando el ya preocupante índice de fracaso escolar en nuestro país. Necesitamos volver a la cultura del esfuerzo. Larry Bird, gran jugador de la NBA, lo explicó así: «Es curioso, cuanto más entrenamos, más suerte tenemos».
La nueva asignatura obligatoria y supuestamente formativa que introduce la Lomloe desde primaria, la «Educación en valores cívicos y éticos», se hace en detrimento de la anterior Etica de corte filosófico y de la asignatura de Religión. Es el equivalente a la Educación para la Ciudadanía de la Lomce, con la misma carga ideológica y finalidad de adoctrinamiento. Además confunde valores con nociones y deseos sobre cuestiones alejadas de la experiencia del escolar. Por ejemplo, «la sostenibilidad del entorno o la comprensión del marco social de convivencia». ¿En ese contexto podrá surgir otro Nadal?
Padres y profesores deben presentar el esfuerzo como algo positivo. Por ejemplo: lo natural es esforzarse; lo que vale es lo que cuesta; la vida es problema y la lucha es la condición esencial del éxito; la mayor de las satisfacciones es el descanso merecido. Para Eugenio D´Ors, «no hay educación ni humanismo sin la exaltación del esfuerzo, de la tensión en cada hora y en cada minuto». Por eso propuso «rehabilitar el valor del esfuerzo». Una enseñanza de calidad debe estar basada en los conceptos nucleares de esfuerzo, mérito y contenidos.
Los valores morales son aquellas cualidades que nos atraen, nos sacan de nuestra indiferencia y transforman nuestra vida. Pero para que surjan y se desarrollen es necesaria la «complicidad» entre educador y educando y un ambiente de amor incondicional y de convivencia continuada. Este es precisamente el ámbito familiar, donde los valores se transmiten como por ósmosis.
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