El pulso de la vida
Comprobamos dolorosamente (ya casi en todo el planeta) que el contagio del virus mata a miles de personas en apenas un suspiro
La Naturaleza no ha detenido el mundo, casi lo ha conseguido un virus que, probablemente, se haya generado al consumir los humanos ciertos animales vivos ... en China, animales que a su vez, también probablemente, hayan devorado a otros animales y se haya producido la generación o mutación de un nuevo virus desconocido que denominamos coronavirus. Comprobamos dolorosamente (ya casi en todo el planeta) que el contagio del virus mata a miles de personas en apenas un suspiro, y también mata a quienes luchan por evitar esas muertes, y lo que es terrible, el contagio mata a mucha gente antes de que se den cuenta de ello.
Tal vez sea éste el proceder del destino ciego de la Naturaleza, un destino ciego, no porque exista el karma en la naturaleza, sino porque ésta es ajena a las consecuencias de su acción. Estamos ante un virus natural, no fabricado en un laboratorio para dominar el mundo, pero no debemos olvidar –y menos hoy que nunca- que el cambio climático (del que somos máximos responsables) es la lógica reacción de la naturaleza ante la injerencia agresiva humana. No es un aviso al resto de especies animales, sólo a la nuestra.
La ciencia hallará la vacuna que acabe con el virus, o lo adormezca, pero necesitamos creer en nuestro conocimiento, la ciencia nace de errores y experimentos fallidos, el alma de la investigación es un delicado equilibrio entre ignorancia y conocimiento, error y hallazgo. La vida es un impulso que desemboca en un pulso.
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