…Y el pueblo habló: contradicciones electorales
«¡Quién iba a decir que esta tierra tan olvidada pasaría a ser la madre de todas las batallas!»
No cabe duda de que las últimas elecciones autonómicas de Castilla y León han sido muy distintas a todas las anteriores. No solo porque tanto ... quienes concurrían en calidad de candidatos a ellas como los analistas y medios de comunicación las hayan interpretado, desde el primer momento, en clave nacional; también, porque ese foco de interés puesto sobre este proceso electoral ha proyectado un inesperado efecto especular sobre sus protagonistas. Ya muchos votantes debieron de experimentar algo parecido cuando, a consecuencia de la atención despertada en el país por seguir el primer debate, se vieron casi forzados a observar algo así como su propio rostro colectivo –a través de los que participaban en cuanto representantes de la Comunidad Autónoma–. Y resulta probable que, para bastantes de esos telespectadores, la imagen que les devolvía la pantalla no fuera la que esperaban –ni siquiera una con la cual se pudieran identificar como ciudadanos–.
Seguramente por el mismo motivo, Fernández Mañueco –de un lado– y Tudanca –de otro– hablaron, al terminar los comicios, asumiendo que su audiencia se encuentra en pleno cambio y no se limita –ya– a un público o medios regionales, sino que está considerablemente expandida; y, hoy en día, sus declaraciones abren telediarios o centran la atención de los programas radiofónicos más oídos de la nación. La expectación y repercusiones de lo que ocurre y va a suceder aquí es ahora tanta que Casado y Sánchez se han apresurado –igualmente– a aclarar sus posiciones o prevenir los movimientos del rival político.
Y si bien lo dicho por los líderes nacionales no desmiente aquello que habían adelantado los autonómicos, sí que da la impresión de marcar las rayas que no podrían ser transgredidas por su equipo en el terreno de juego. La aparente firmeza mostrada por Casado respecto a la no conveniencia de gobernar con Vox coloca a Fernández Mañueco en una situación nada sencilla para ocupar la presidencia de la Junta de Castilla y León.
Pues, aunque nada augura que Vox quiera abstenerse, puede que finalmente se repliegue y acepte tal posibilidad. De no hacerlo, únicamente existiría una opción, una vez ha quedado claro que el PSOE no va a condescender: la de que los pequeños grupos provincialistas, más Ciudadanos, apoyen la investidura del candidato del PP. Pero ese arco enormemente fragmentado de partidos es demasiado diverso como para sumar. Y, más concretamente, no hay apenas expectativa de que una formación procedente de la izquierda como Soria ¡Ya! acabe convirtiéndose en la llave que abra la puerta del gobierno regional a los de Mañueco.
No se olvide que, según ciertos cálculos, buena parte de los votos que no han ido a parar al PSOE en esta ocasión y, sin embargo, sí que se alinearon con los socialistas en otras elecciones, habrían emigrado para aglutinarse bajo las siglas de la formación soriana; como que una proporción apreciable de los votantes de Ciudadanos, lejos de retornar al PP, constituiría la explicación del crecimiento y auge sorpresivos de Vox. Según esta teoría, los neoliberales de hace unos años serían la nueva derecha, más radical y ultra que la de los 'populares'.
De la misma manera que la pretendida superación del provincialismo de la plataforma España Vaciadano ha sido tal, pues solamente han prosperado los partidos de fuerte arraigo provincial y larga trayectoria previa. La 'marca' o 'sello' de los partidos antidespoblación no parece muy consistente y su hipotética transversalidad, más allá de orígenes e ideología, se hallaría en el aire. El PP, en suma, tiene un auténtico problema en Castilla y León, más que la solución a sus tensiones internas o el mojón hacia la «victoria final» que sus estrategas aguardaban.
Y el PSOE no menos, puesto que el resultado de las elecciones ha provocado que se desataran las viejas rencillas dentro de sus filas en la Comunidad o que se dieran versiones contradictorias respecto a lo que el partido debería hacer ante el nuevo panorama político, tanto en su contexto regional como nacional. ¡Quién iba a decir que esta tierra tan olvidada pasaría a ser la madre de todas las batallas!
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