Política, sobresaltos y unicornios
La carta del director ·
«Igea, líder de Ciudadanos y, salvo sorpresas, futuro vicepresidente de la Junta, podría tomarse como ejemplo de alguien que sufre en sus carnes los efectos de la polarización»Steven Levitsky y Daniel Ziblat, profesores en Harvard, han invertido dos décadas en el estudio de la caída de varias democracias en el mundo. En ... la introducción de su libro 'Cómo mueren las democracias' (Ed. Ariel) explican, alarmados por la realidad política de Estados Unidos: «Las democracias funcionan mejor y sobreviven durante más tiempo cuando las constituciones se apuntalan con normas democráticas no escritas. Dos normas básicas han reforzado los mecanismos de control y equilibrio en Estados Unidos de modos que la ciudadanía ha acabado por dar por supuestos: la tolerancia mutua, o el acuerdo de los partidos rivales a aceptarse como adversarios legítimos, y la contención, o la idea de que los políticos deben moderarse a la hora de desplegar sus prerrogativas institucionales. [...] Los líderes de los dos grandes partidos aceptaban su legitimidad mutua y se resistían a la tentación de usar su control temporal de las instituciones en el máximo beneficio de su formación». Y añaden, refiriéndose nuevamente a aquel país: «La debilidad de nuestras normas democráticas arraiga en una polarización partidista extrema, una polarización que sobrepasa las diferencias políticas».
«Los mismos, generalmente de formaciones de izquierda, que le elevaron a los altares por apartar en las primarias del pucherazo a la expresidenta de Las Cortes, Silvia Clemente, hoy lo tachan de cobarde, mentiroso, desleal, un fraude, un mercader, una vergüenza»
Basta con observar, siquiera superficialmente, el debate público en España y comprobar que esas alertas deberían parpadear también en los paneles de control de nuestras instituciones más próximas. Incluso en las de Castilla y León. Francisco Igea, líder de Ciudadanos y, salvo sorpresas, futuro vicepresidente de la Junta, podría tomarse como ejemplo de alguien que sufre en sus carnes los efectos de la polarización. Los mismos, generalmente de formaciones de izquierda, que le elevaron a los altares por apartar en las primarias del pucherazo a la expresidenta de Las Cortes, Silvia Clemente, hoy lo tachan de cobarde, mentiroso, desleal, un fraude, un mercader, una vergüenza. Y todo porque él y su partido han elegido, libre, legítimamente, hasta con cierta lógica política e ideológica, sacarle el máximo partido a la llave sus doce procuradores ejerciendo el poder regional, provincial y local gracias a las concesiones obligadas del PP. Sin embargo, su postura, 'cambio de cromos' o 'gobierno de cooperación', depende de quién la califique, no es nueva. De hecho, si algo así hubiese sucedido del revés, desde la misma noche electoral se habría tenido claro qué gobierno salía de las urnas. Imaginemos una región con larga trayectoria de sucesivos gobiernos socialistas, una victoria escasa del PP, un PSOE en segunda posición y a Podemos con los escaños decisivos. ¿De verdad supone alguien que Podemos habría apoyado al PP? ¿Por la regeneración? Me temo que ni con dos expresidentes del PSOE en el banquillo –espontáneamente me vienen a la mente Chaves y Griñán– Podemos hubiese dado sus votos al PP.
«Todo lo que puede hacerse se hace, importa poco que se deba o no, que sea lo natural o no, que sea lo sostenible o no»
Respecto de la contención, o eso que los autores expresan en el libro como una resistencia «a la tentación de usar su control temporal de las instituciones en el máximo beneficio de su formación»: en España esa actitud responsable comienza a ser pura fantasía, como cazar unicornios. Porque aquí ya nadie se priva de nada, todo lo que puede hacerse se hace, importa poco que se deba o no, que sea lo natural o no, que sea lo sostenible o no. Por eso PP y Ciudadanos, que han sufrido en sus carnes las consecuencias de una moción de censura insólita, protagonizada por un político que ha basado su éxito en la resistencia –no en la responsabilidad, en la lógica, la coherencia, la sostenibilidad...–, y de unas elecciones a contrapelo, se defienden como gato panza arriba. Sin más límite que lo imposible. Si Pedro Sánchez quiso situar en la Presidencia del Senado a un Iceta que no sometió al veredicto de las urnas, sino a la del Parlament Catalán; si maniobra como mejor le conviene en Navarra y Pamplona con Geroa Bai y Bildu; si aparatea en el País Vasco con PNV; si pide abstenciones que él nunca concedió... ¿Cabe reprocharles a Casado y Rivera que acuerden poner de alcalde de Palencia al representante del segundo de ellos, con solo tres concejales de los 25 que forman la Corporación? ¿Quién lanza la primera piedra? En Castilla y León, esto nos lleva a una legislatura de sobresaltos, a cara de perro en varias fases, con una administración aquejada de bicefalia y unos partidos pendientes de difíciles equilibrios de poder, siempre preparados para afrontar un posible adelanto electoral o una moción de censura.
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