La política: ese contagio
El espigón de Recoletos ·
La diferencia entre un valido tecnócrata del Régimen y un viceministro comunista es una piscina burguesa en Galapagar
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El espigón de Recoletos ·
La diferencia entre un valido tecnócrata del Régimen y un viceministro comunista es una piscina burguesa en GalapagarComo era de esperar, no ha prosperado la moción de censura de VOX, que más que un partido político, es el ruido y la furia ... de una España de 3,6 millones en cabreo permanente. Al PP de Aznar y don Mariano le salió un hijo radical, rampante y vocinglero, de ramalazo ultra; igual que a los comunistas de Carrillo, que en el 15-M les revivió un brote revolucionario a la izquierda de Anguita, los 'podemitas', a los que, a diferencia de la derechona, los socialistas tienen controlados –supuestamente–.
Luego, después de dinamitar la familia tradicional, se hicieron del Opus y empezaron con aquello de la familia numerosa y el chalet tecnócrata a las afueras de Madrid, a lo Laureano López Rodó y demás ministros de Franco. La diferencia entre un valido tecnócrata del Régimen y un viceministro comunista es una piscina burguesa en Galapagar.
Hay signos de amor entre el presidente y el palentino Casado, al que incluso Iglesias ha mostrado «respeto intelectual»; será por aprobar vía exprés doce asignaturas de las 'duras' en un solo curso de Derecho y en la privada. Igual le pasa al 'presi', que encargó a su negro oficial su tesis, mamotreto sobre la diplomacia económica de Zetapé y que fusila un informe del entonces subdirector de Oficinas Económicas del Ministerio de Industria. Así que el pueblo va adaptándose al relato, contagiándose de la ética de sus dirigentes, sin protestar.
Porque la moción montaraz y estéril de Abascal ha parecido un procedimiento extemporáneo, como si estuviésemos enganchados a la película del derrumbe patrio y se interrumpiese la proyección durante la agonía del protagonista –el pueblo español– para que dos señores chillones saliesen dando gritos, como en la España antigua y poliomielítica. La España centrada ha muerto. ¡Vivan las 'caenas'!
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