Pocos niños entre tantos lobos
«Sería más humano dar al pastor al menos el mismo trato y el derecho a poder tomar el fresco al lubricán de la tarde, sin temor al lobo. En otro caso, en vez de afrontar la repoblación que prometió, impulsará el final de los ganaderos y convertirá la España vaciada, en desértica»
José Luis Garrido Martín
Jueves, 25 de marzo 2021, 08:00
Respetada ministra Teresa Ribera, permítame que le comente la enorme satisfacción que sentí en su día con la creación del ministerio rotulado como 'Transición Ecológica ... y Reto Demográfico', con una dirección general de Políticas contra la Despoblación. Pensaba que por fin un gobierno iba a repoblar el medio rural –la España vaciada– tejiendo la estructura «para afrontar los desafíos demográficos en España como la despoblación, la natalidad y el envejecimiento». Interpretaba que iniciaría medidas políticas para fijar población en Castilla y León, considerada como una comunidad de biodiversidad única y de personas que dejaron este muestrario de excelencia natural que se respira en los pueblos castellanos.
Me causó estupor que el pasado 4 de febrero la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad aprobara incluir al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, pues dejaría de ser especie cinegética al norte del río Duero. Este cambio es una amenaza que aviva el conflicto eterno pues crea incertidumbre para las personas del mundo rural y un futuro poco halagüeño para el cánido. Las escasas familias que custodian ahora los pueblos, quieren vivir oyendo el silencio del rebaño tranquilo y viendo el atardecer en el horizonte propio del pueblo.
Como conoce, cazando con el plan de gestión de 2005, en la comunidad de Castilla y León –que concentra más del 60 % de la población española–, el lobo ha pasado de 149 manadas del censo de 2001-02 (de Llaneza y Blanco) a 179 en el censo de 2012-14 (Sáenz de Buruaga y equipo), lo que detecta un incremento del 20% en 12 años. En toda España, según el 'Libro Rojo de Mamíferos Terrestres' en 2007 habría unas 250 manadas (Blanco, Sáenz de Buruaga y Llaneza), y en el censo nacional 2012-14, promovido entonces por el ministerio que usted dirige ahora y con las comunidades autónomas, fijaron en 297 manadas, que supone un incremento del 18'8 % en siete años. Esto ocurre a la vez que nadie garantiza ya las manadas en Andalucía, donde no se cazan lobos desde hace 35 años.
Su ministerio ordena la inviolabilidad del lobo para aumentar hasta 2030 un 18% la población y en 50 las manadas, con el fin de colonizar nuevos territorios. Dado que ese objetivo se venía superando con los planes actuales de gestión y que la caza ha dulcificado la tensión ganadera del mundo rural, la prudencia invita a seguir con el mismo modelo e iniciar el censo 2022-23, que obliga la Estrategia Nacional de Conservación y Gestión del Lobo (2005), para luego consensuar con los actores afectados las decisiones y ajustes recomendables para esta década. La gestión del lobo no requiere ocurrencias políticas, sino escuchar al mundo rural y a los científicos, como mínimo a quienes trabajan con lobos en España.
Debería considerar que está metiendo al gobierno, al partido suyo y al sindicato afín en un problema grave de tractoradas y tribunales, además de soliviantar al mundo ganadero y abocar al lobo a un ajuste poblacional urgente, cuando usted ya no gobierne. La prevalencia que da al lobo sobre el ganadero, es un evidente especismo inverso. Sería más humano dar al pastor al menos el mismo trato y el derecho a poder tomar el fresco al lubricán de la tarde, sin temor al lobo. En otro caso, en vez de afrontar la repoblación que prometió, impulsará el final de los ganaderos y convertirá la España vaciada, en desértica.
Temo que con esa provocación innecesaria, el lobo pueda volver a sufrir un acoso revanchista cada vez que haya una lobada. Y ojalá que no sea por una tragedia como la de Orense en 1974, con aquella rotunda respuesta, ante la muerte de dos niños por una loba. Eso hizo lamentar a Félix Rodríguez de la Fuente que se quebrara la recuperación de su amigo lobo, que él había salvado al conseguir su inclusión como pieza de caza mayor en la Ley de 1970. Usted rectifica al gran Felix, paradigma de la amistad lobera, cosa que no extraña, conociendo a sus asesores que antes le impostaban y ahora le motejan de soplagaitas.
Ha dicho usted «la ciencia avala que no debe cazarse el lobo en España». Esto no es cierto; debo decirle que la mayor parte de los científicos que trabajan con el lobo no discuten la necesidad de controlar la especie, cuando su depredación afecta de forma severa los intereses de los ganaderos. Estos científicos de solvencia irrefutable, controlan al lobo, realizan censos y lo publican en revistas científicas y textos acreditados. Hay también alguna otra persona experta como Luis M. Barrientos, que conoce con precisión 40 años de lobos en Valladolid y no es científico, ni licenciado, ni busca negocio.
El lobo es una especie asombrosa para la mayoría de los cazadores y el mejor marchamo de la calidad de un monte. Impone verle en campo y conociendo su estrategia hace que muchos le admiremos como a pocas especies. La mayoría de los cazadores de zonas loberas, nunca hemos capturado un lobo ni lo haremos jamás, salvo fuerza mayor. En las veinte primeras temporadas del siglo se ha cazado un lobo por cada 12.000 cazadores (Garrido J.L. Gortázar Ch. y Ferreres J.). Al derecho de cazar para controlar lobos no renunciaremos nunca los que le defendemos a ultranza, porque la caza controla poblaciones, relaja al ganadero y aporta miles de euros para esa población rural, que al final le mantiene orgullosa.
Ministra, defienda antes a gangas y ortegas, sisones, alaúdidas y otras aves amenazadas en los agrosistemas cerealistas, debido a los biocidas utilizados. Lo mismo al urogallo, en estado crítico y la pardela balear desapareciendo por las mascotas asilvestradas en las Islas Baleares, donde hay ahora tantos amantes del lobo ¡Qué votación más obscena la de 4 de febrero! El lobo goza de buena salud y su presidenta Cristina Narbona, resentida con los cazadores desde la manifestación de 2008, comete el despropósito de escribir en junio de 2020 a los animalistas de ASCEL para que denunciaran ante la fiscalía a la Consejería del ramo de Castilla y León. Y usted, con un currículo de inteligente, no necesitaba hacer de meritoria porque puede parecer una nueva versión de la inteligencia fracasada.
Señora ministra, en el mundo rural la sonrisa de un niño aparece tras sacar al grillo metiendo una paja o meando en la hura y para su padre o abuelo cuando la majada está tranquila, acaba la parva en la panera y el campo verdeguea con la otoñada. No perturbe con el lobo un mundo tan feliz y escaso de niños.
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