Piqueta

Valladolid no ha tenido suerte con su patrimonio. Como revela uno de los blogs que me gusta consultar, el siglo XX ha significado la ... época más terrible para la historia de la ciudad, «si exceptuamos la Guerra de la Independencia y las posteriores Desamortizaciones». Años pavorosos en los que se derribaron edificios a tutiplén y perdieron parte de su encanto calles como Juan Mambrilla, Esgueva o San Martín. Según denunciaba en una lúcida entrevista en este diario la investigadora doña María Antonia Fernández del Hoyo, la nuestra «es una de las ciudades de España que más han destruido su patrimonio». Menudo honor. La piqueta se llevó por delante edificios como la antigua estación de San Bartolomé, el edificio de ladrillo de los Hermanos Santaolaya en el lateral derecho de la catedral, el convento de La Merced en Don Sancho o la Casa del Barco, entre las calles Muro y Gamazo. Por fortuna, de ese afán destructivo se libró el inmueble de La Electra, que sigue en pie sin que nadie sepa cuál puede ser su destino. Así que ya va siendo hora de que los responsables de salvaguardar nuestra historia se alejen del sueño especulativo y protejan lo poco o mucho que queda en pie, como el matadero de La Rubia, el Núñez de Arce y algunos más. Pero, ojo, además de legislar hay que poner dinero para conseguir que estos y otros lugares que aún importan no sean tan intocables que acaben hechos una mierda porque no se atreven ni a limpiarlos.