Pasión
Hay campaña electoral: los maniqueos andan sueltos. Y están más maniqueos que nunca
Jesús el Rico ha liberado este año tres presos. La potestad de liberar reclusos a esta cofradía la concedió Carlos III cuando Málaga era víctima ... de una epidemia de tal magnitud que escaseaban los hombres para portar el trono del Cristo. La cárcel se había mantenido al margen de la plaga y un grupo de reclusos pidió que los dejaran llevar sobre sus hombros al Rico. Finalmente, venciendo el temor de que no regresaran a la cárcel después de cumplida su misión, se les dio el permiso. Todos volvieron. En compensación, cada año, se concede el indulto a un recluso de la prisión malagueña.
Este año, ya decíamos, han sido tres. Puede que los confinamientos, la presencia de la pandemia, haya hecho que la autoridad competente sea algo más empática y haya entendido un poco mejor lo que supone la reclusión, tener la libertad restringida. Todos andamos medio presos, purgando no se sabe qué crimen. Nos ha caído una condena y andamos con el traje a rayas, ese pijama con el que muchos teletrabajan y tachan los días del calendario esperando que llegue la bola, que es como en la jerga carcelaria se nombra la libertad.
Y, mientras, la megafonía del presidio aumenta de volumen. Hay campaña electoral, es decir, que los maniqueos andan sueltos. Y además están más maniqueos que nunca. Algunos andan desaforados y hacen del desaforamiento su emblema. Hay empeño en el blanco y negro, en cavar una zanja que separe a la sociedad en dos. Las zanjas, ya se sabe, son el preludio de la trinchera. Y no es que haya amenaza de guerra, pero a algunos les gusta jugar a que sí, a que pelean por la democracia porque la victoria del contrario supondrá el fin de las libertades. Todos cargados de cadenas por el fascismo o el comunismo. Así que se erigen en cofrades de la libertad y como Jesús el Rico se ofrecen a señalarnos con el dedo la puerta de la cárcel. Más que gestionar la sociedad parecen que lo que nos ofrecen es el indulto, librarnos de caer en las garras del lobo estepario. Por en medio andan los sosos. Gabilondo, Bal y hasta Mónica García. Tienen poca vocación de cavadores de zanjas. Gritan menos, son profesionales de prestigio y por alguna rara alquimia del entendimiento saben que entre el blanco y el negro existe una gama interminable de grises. El peligro, claro, es que los tachen de eso, de grises y no de mártires de pacotilla. No lucen corona de espinas ni venden su candidatura como una inmolación por el bien de la humanidad. En mayo se verá si eso tiene sentido o si lo que impera es el trueno y el tronío. Lo verán en Madrid, sí, pero será un augurio para el resto de un país más sobrado que nunca de chulapos y salvapatrias.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión