Un mundo a dos velocidades
Humanizar a los robots es uno de los desafíos de la IA; capacitar a los jóvenes con los conocimientos necesarios para que sean una parte activa es fundamental
Mònica Casabayó
Viernes, 18 de marzo 2022, 00:18
Según la RAE, progresar es la acción de avanzar, de perfeccionar. Evolucionar es la acción de transformar, de cambiar de forma. Las evidencias muestran que ... estamos progresando muy rápidamente en lo que a tecnología se refiere y evolucionando hacia una sociedad y un planeta con cada vez más imperfecciones.
Gracias a los avances exponenciales en el campo de la inteligencia artificial (IA), una máquina ya es capaz de producir textos altamente difíciles de distinguir de aquellos escritos por personas. Es el modelo GPT-3 (Generative Pre-trained Transformer 3), basado en un sistema de red neuronal que emplea 'deep learning' para desarrollar esta tarea. El 'deep learning' va más allá de la red neuronal, permitiendo que las máquinas aprendan solas a medida que van recibiendo nuevos datos. Además, si alguna vez usan un dato equivocado, asimilan el error y utilizan otro dato nuevo para acercarse al resultado correcto de manera más rápida y fiable.
Humanizar a los robots es uno de los principales desafíos de la IA; capacitar a nuestros jóvenes con los conocimientos y competencias necesarias para que sean parte activa en este camino es fundamental. Ahora bien, igual de importante es dotar a estos mismos jóvenes de espíritu crítico y sentido común para ser conscientes del impacto de sus acciones y capaces de distinguir entre realidad y ficción.
A finales de 2021, Mark Zuckerberg dibujó el universo híbrido en el que los mundos real y digital se integran y donde sus ciudadanos pueden acceder desde cualquier lugar mediante unas gafas de realidad virtual. Hoy, muchas empresas han abierto tiendas en este mundo, por ejemplo, la que anunció H&M el pasado mes de enero.
Recientemente, la Asociación Española de Pediatría (AEP) volvió a insistir sobre el aumento de autolesiones y suicidios entre niños y adolescentes. Mediante un comunicado suscrito conjuntamente por la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI) de la AEP, la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap) reclamaban «incrementar los recursos materiales y humanos de atención a la salud mental dirigidos a niños y adolescentes, tanto en los centros de atención primaria como especializada». También la OMS advierte que la depresión será la primera causa de discapacidad entre jóvenes y adultos en 2030. ¿Qué está pasando?
Muchos profesionales de la salud coinciden en que una de las posibles causas es la sobreprotección de los padres y madres y la dificultad de ponerles límites desde edades tempranas. Lo que resulta en una generación de jóvenes con un umbral a la frustración muy bajo, con dificultades para tomar decisiones y con falta de espíritu individual de responsabilidad. Y aunque son también la generación con mayores habilidades tecnológicas, altamente capaces de expresar de manera transparente sus emociones y opiniones (en la red), viven en un entorno efímero-digital en el que como todo (aparentemente) es posible, los convierte en emocionalmente vulnerables.
Aún son insuficientes los estudios que investigan el impacto del metaverso en sus usuarios. Hace unos días leía una noticia de una mujer que declaraba que en el metaverso varios hombres violaron virtualmente a su avatar. ¿Dónde está el límite entre realidad y ficción? ¿Qué pasará cuando la generación cristal (sobreprotegidos en el mundo real y que les cuesta aceptar la crítica) encuentren una salida fácil robotizándose mediante el acceso sin límites al universo 3D? ¿Cómo será la convivencia entre avatares? Lo cierto es que convivirán con otros jóvenes avatares de todo el mundo y se relacionarán con robots que contrariamente no sienten frustración cuando aprenden de sus errores. De momento, es un mundo sin padres, madres o modelos referentes que les puedan proponer límites. No nos llegan noticias que cuentan que en el metaverso se reflexiona sobre un buen libro, se fomenta la cultura y la tolerancia y se plantean dilemas éticos. De momento, es un mundo huérfano de personas de otras generaciones quienes puedan aportarles distintas miradas y que inviten a la creación de espacios de diálogo intergeneracional en los que se plantee cómo encontrar la combinación entre tecnología y educación que sea mejor para el futuro del mundo. Quizá podríamos empezar por preguntarnos si todo lo que pide la sociedad (hoy) es lo que necesita.
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