El mundo es una isla
Después de las palabras ·
Cuanto más amamos, más deseamos refugiarnos en nuestra ínsula. Y cuando entablamos amistades, más nos urge la necesidad de ser amigos de nosotros mismosDeclaro aquí mi insospechado amor por las islas; esos espejismos de las aguas, egoístas en su belleza no compartida con tierra alguna, narcisistas vergeles en ... tierra de nadie y de cualquiera. En esos recónditos ámbitos de clausura, nos sentimos prisioneros de la naturaleza y a la vez protegidos de la hostilidad del mundo. En una isla somos más nosotros mismos porque, nosotros ¿qué somos en realidad, sino una isla de nosotros mismos?
Somos islas en el océano de los demás, y lo somos en el proceloso mar de nuestras vidas; somos islas en todos y cada uno de los momentos que vivimos, pero diferente isla en cada época de nuestra vida. Podemos escaparnos y huir de cualquier tierra, sea extraña o familiar, pero seguimos siendo prisioneros perpetuos de nosotros mismos, de nuestro ser intransferible, de nuestra isla solitaria y urgida de otras tierras, de otras vidas. Cuanto más amamos, más deseamos refugiarnos en nuestra ínsula. Y cuando entablamos amistades, más nos urge la necesidad de ser amigos de nosotros mismos.
Es en la incontenible necesidad de abrirnos a los demás, de zambullirnos en las aguas desconocidas y seductoras de sus experiencias e imbuirnos del mundo circundante, de aprender todos los 'Yo' que no somos, es en ese ansia invencible donde brota en nuestro interior una fuerza mucho más poderosa: volver a nosotros mismos, a lo que fuimos y dejamos de ser, a lo que somos y a lo que soñamos con ser. Una fuerza poderosa como la de esas islas en mitad del océano: regresarnos, aislarnos, encerrarnos bajo siete llaves, para renacer al mundo.
Archipiélagos de islas; si no existieran, los demás no sabríamos cómo amarnos a nosotros mismos. Aquí no se habla de la isla barataria, tampoco de la isla perdida, ni de la isla del tesoro, aquí se nostalgia el corazón del náufrago de la vida que desesperadamente busca la isla de su supervivencia, su pequeña tierra de promisión en algún lugar de sí mismo.
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