Aunque todavía sigue opaca la precisa circunstancia del Sr. Mazón durante unas horas de la tarde del día de la dana en Valencia, hace ... un año, hay una cosa relacionada con el asunto que está mucho más clara: habrá otra dana, más fuerte, una vez más, y luego una más, aún más fuerte, y luego otra …
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Los científicos ya llevan más de un siglo haciendo sonar las alarmas sobre el peligro del uso excesivo de fueles fósiles. En 1896, el sueco Svante Arrhenius publicó un estudio que demostraba que la actividad humana y su uso de carbón iba a dejar escapar tanto monóxido de carbono a la atmósfera que calentaría el clima. La frase «efecto invernadero» salió ya en 1901.
Más reciente, en 1988, James Hansen, entonces un climatólogo de la NASA, avisó al Congreso de los EE UU que la temperatura del planeta era la más alta desde que había registros. Hay una clara relación, dijo, entre quemar carbón y gasolina a escala industrial, en coches, fábricas, y tal, y el calentamiento del planeta. El efecto de lo cual, concluyó, iba a ser un clima mucho más extremo. Según los expertos, más extremo significa lluvias más torrenciales, vientos más violentos, incendios más desastrosos. Terminará con la descongelación de los Polos Norte y Sur, además de los glaciares, y una subida del nivel del mar de tantos metros que dejará ciudades como San Sebastián, Tokio, New York, y muchas más, por debajo del agua.
La reacción de mucha gente a estas noticias de la comunidad científica ha sido más digna de avestruces que de personas inteligentes. A pesar de que vemos sus predicciones convirtiéndose en realidad, (lo de Valencia, los incendios de este verano), muchos prefieren pasar de ellas. Más cómodo decir que los científicos son «eco histéricos» y «woke», que los expertos no saben nada o, como dicen los charlatanes Donald Trump y Javier Milei, (el que ha llevado la economía de Argentina a la ruina en menos de 2 años): «El cambio climático es una estafa». Todo sintomático de una nueva Edad Medieval, donde mandan las creencias basadas en falsedades, conspiraciones, y miedo.
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Todavía queda tiempo para evitar la catástrofe, pero hace falta un cambio de ideas. Podemos empezar por recordar que se llaman científicos expertos por algo. ¿Cuántos desastres ambientales tenemos que sufrir antes de enterarnos que tienen razón?
El filósofo austriaco, Karl Popper, dijo que la verdadera ignorancia no es la falta de conocimiento, sino la negativa a adquirirlo. Tenía toda la razón.
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