Una mesa de pata corta
Sin llegar a la segunda reunión, sin apuesta en común alguna, la 'Mesa de León' se ha parado a las primeras de cambio. Y todo por una inexplicable falta de consenso a la hora de definir quién será el gerente
Todo lo que tiene que ver con el futuro de León se enmarca en una extraña 'anormal normalidad', una especie de escenografía singular y ... rocambolesca en la que todo o casi todo puede ocurrir en el mínimo espacio de tiempo. Esta provincia, sumida en una reconversión sin fin, apagada en no pocas ocasiones por su propia idiosincrasia, rota por la falta de futuro, encuentra de tarde en tarde una ventana abierta hacia el futuro. Una luz que permita mantener la esperanza de los leoneses en un futuro de prosperidad y serenidad.
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Y por ahí, con toda la excelencia, encajó el pasado mes de marzo la denominada 'Mesa por León'. No es la primera 'mesa', 'tablero', 'punto de encuentro' o 'salón de reuniones' que se habilita para debatir en su seno cuestiones de primer orden. Pero en esta ocasión, es cierto, el cúmulo de urgencias era tal que su puesta en valor invitaba a un prudente optimismo. Se presupone que en los momentos más delicados, aquellos que acercan a las sociedades al abismo, aparecen unos personajes bien paralizados por el temor, o aquellos que fruto del heroísmo dan un paso al frente con el fin de jugarse el tipo por el bien común.
Y a ese segundo perfil parecían responder aquellos que se atrevieron a sentarse frente a frente, aceptando la fotografía en común y conviniendo en participar en el desarrollo de un proyecto común para la provincia de León.
No es casual que León concitara ese esfuerzo conjunto de sindicatos, empresarios, representantes públicos y sociales, porque la provincia en su conjunto pasa por un momento tan angustioso que le sitúa de largo a la cabeza de la lista de urgencias que deberían asumirse en el terreno autonómico. Los datos de León, se miren por donde se miren, no invitan a una sonrisa.
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Se suponía pues que en la 'Mesa por León' se unía lo mejor de cada casa y con la mejor de las voluntades posibles: talento, previsión de futuro, capacidad de análisis, reflexión y proyección económica en beneficio de todos.
Esa singular capacidad para detectar poblemas y buscar soluciones se argumentaba como primer valor de una mesa que, oh sorpresa, ha tropezado en la misma línea de salida. Eso de remar unidos y en la misma dirección es algo complicado de entender cuando las voces llegan desde vertientes bien diferentes.
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Sin llegar a la segunda reunión, sin contactos previos por la pandemia, sin apuesta en común alguna, la 'Mesa' se ha quedado con las patas bien cortas a las primeras de cambio. Y todo por una inexplicable falta de consenso a la hora de definir quién ocupará el puesto de gerente (coordinador, responsable, director... y cuantos sinónimos se quisieran aplicar).
Desde un lado de la mesa se ha propuesto a Humildad Rodríguez, un nombre interesadamente filtrado a los medios como fruto del acuerdo, pero sin responder a ninguno de los principios de este escenario de trabajo.
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Al otro lado del mismo lugar de encuentro del que depende el futuro de León no solo no se ha aceptado la imposición sino que se ha rebatido la misma alegando un principio que desde el primer día se consideró inalterable: la unidad.
Hoy, a escasos días de la segunda reunión de la 'Mesa por León', quienes la forman se encuentran más preocupados de ganar el pulso por llevar a 'uno de los suyos' a la silla central que por asumir la enorme responsabilidad que la sociedad les ha concedido. León les mira (o les miraba) con la esperanza de que todos ellos, y no otros, fueran una parte de la solución, pero nunca el problema. Un nuevo problema.
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