TPV averiado
Mientras la tasca de pinchos y vermús recarga el datáfono con más rapidez que John McClane su semiautomática en 'La Jungla de cristal', el dermatólogo familiar y el chef de moda imprimen un mismo cartel: 'TPV averiado'
Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos buscando a un pobre desgraciado al que hacer bizum. Ocurrió el otro día en la terraza del chiringuito, por ... enésima vez. Fue ahí cuando perdimos la cuenta de los 'espacios en B', como hemos dado por llamarlos desde entonces. Si tuviera que elegir una escena que representara el verano de 2023 sería esta: el efectivo como ejemplo de resistencia e insurgencia.
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En muchos pueblos los profesionales locales nos recuerdan a los urbanitas lo que sigue siendo la gran parte de España: un país de autónomos. Los hay que practican el metálico por supervivencia y los que lo hacen por convicción. En cualquiera de los dos casos comparten una misma premisa, el dinero es más útil en el bolsillo propio que en las arcas del Estado.
Muchos dirán que esto lleva ocurriendo muchos veranos, que tiene poco de novedoso. Lo curioso es, sin embargo, que la tendencia hacia el sobre, hacia el «ya me pagarás», «te lo anoto en la cuenta» parece estar creciendo con el tiempo.
Resulta llamativo analizar el tipo de establecimientos donde florece este fenómeno. Mientras la tasca de pinchos y vermús recarga el datáfono con más rapidez que John McClane su semiautomática en la Jungla de cristal, el dermatólogo familiar y el chef de moda imprimen un mismo cartel: 'TPV averiado'.
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De todo se aprende. La socioeconomía también entiende de modas. Yo, por lo pronto, estoy planteándome cambiar el año que viene el «fuera de la oficina» por el «fuera de servicio». Eso sí, «temporalmente».
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