Un mundo con luces
Con forma de caja de regalo, estaremos inmersos en un cubo, rodeados de luces fijas, como luciérnagas, que nos incitarán a seguir activos cuando el sol se esconda
Es casi Navidad en la calle Alonso Pesquera. Una tarde de poco frío, de abrigo en la mano y bufanda en el bolso. El sol ... se oculta tras los edificios y deja una luz amarilla, que rebota en las fachadas de colores y ladrillos. La gente pasea, entra y sale de casas y oficinas. Quedan un par de horas para que los últimos rayos del astro rey se apaguen.
Por el alféizar de la ventana asoma una joven de 18 años con mirada de cirujana. Es Ángeles Santos, icono de la pintura del siglo XX y musa de grandes literatos. Desde allí, observa la escena y la retrata.
La pintura de aquel momento refleja, 95 años después, el mismo ambiente de misterio. La calle serpenteante, que se pierde en el horizonte, funciona como punto de fuga. Es en esas mismas aceras donde hoy, último viernes sin fluorescentes de este 2024, caminan cientos de personas por Valladolid.
Con la llegada del viernes negro (Black Friday, en inglés), los adornos navideños invadirán la ciudad, convirtiendo las compras y los recados cotidianos en el centro de atención, eclipsando incluso al cielo.
Entretenidos con los preparativos de las futuras cenas, la noche se volverá surrealista, como el mundo que pintó la catalana Santos en Valladolid y la encumbró a la fama. Con forma de caja de regalo, estaremos inmersos en un cubo, rodeados de luces fijas, como luciérnagas, que nos incitarán a seguir activos cuando el sol se esconda. Esos leds serán las estrellas que, un siglo después, las malvas habrán convertido en llamas.
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