Eescatistas ucranianos trabajan en el lugar del impacto de un cohete en Dnipropetrovsk, Ucrania. Efe

Miedos e incertidumbres de hoy

En la paz como en la guerra, el hacer más y más dinero es lo único que les preocupa a esos grupos que antes controlaban el globo terráqueo en la sombra

Luis Díaz Viana

Valladolid

Sábado, 6 de diciembre 2025, 08:45

Las encuestas recientes efectuadas en España, acerca de temas como las posibilidades de entrar en una guerra pronto, parecen –respecto a los porcentajes arrojados– bastante ... pesimistas. Esto es lo que viene a señalar el 'Estudio sobre miedos e incertidumbres', publicado –en los últimos días– por el CIS: un 66,2% de los españoles preguntados, a través de más de mil entrevistas telefónicas, considera que nuestro país puede verse involucrado en un conflicto bélico durante los próximos años. El 57% cree que el 'enemigo' con el que hay mayores probabilidades de enfrentarse sería Rusia; el 42,2% entiende que se trataría de Marruecos; y solamente un 30,2% contempla que la nación a la que confrontar resultaría ser la de Estados Unidos. Lo cual hace pensar que la información que llega a los ciudadanos es, en buena medida, anticuada, sesgada o incompleta.

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Pues no da la impresión, por ejemplo, de que vaya a producirse –inminentemente– enfrentamiento alguno con los USA, a pesar de la mucha inquietud que –a menudo– causa la errática y preocupante política internacional del actual gobierno norteamericano. Tampoco se diría que, a corto plazo, una contienda directa de España y Rusia se atisbe como demasiado probable, salvo que –en cuanto parte de la Unión Europea– nuestra patria se viera implicada en una guerra de escala continental; por lo demás, la distancia geográfica y la ausencia de intereses en litigio aleja los riesgos de una guerra entre ambos países. Sin que deba interpretarse que dicha conflagración se presente como totalmente imposible. Porque no lo es. Aunque expertos en la descomposición de la Unión Soviética y su transformación posterior, como el historiador y sociólogo francés Emmanuel Todd, hayan avisado de las escasas opciones que le quedarían a la Rusia actual de continuar, por razones demográficas, la guerra de Ucrania más allá de los cinco primeros años. Y la sensación que ofrecen sus últimos ataques en suelo ucraniano es que éstos constituyen una especie de órdago para llegar a la mesa de negociaciones en posición ventajosa, con la impagable ayuda y colaboración de su inesperado 'amigo americano'.

En cualquier caso, y a diferencia de lo que tantos compatriotas parecen pensar con relación al futuro de nuestra nación, respecto a lo que no serían muy agoreros, los españoles observaríamos –cercados de temor e indudable pesimismo– el curso de la situación mundial. El 'asalto a los cielos', perpetrado por parte de los nuevos ricos globales y de los internacionalmente ricos desde siempre, está empobreciendo y llevando la inestabilidad a poblaciones enteras en un sinfín de lugares. Son estos los primeros que han olido el miedo o la incertidumbre, apresurándose a proteger como fuera sus privilegios. Y han dado un golpe en la mesa, han cogido la sartén por el mango, tomando directamente el poder –sin intermediarios o títeres– como, de hecho, hacen las élites económicas que apoyan a una serie de regímenes autoritarios, ya, alrededor del mundo. Y quieren hacerlo en muchas naciones de Europa y América, empezando por los EE UU, donde –imprevisiblemente– se hallan a punto de conseguirlo.

Porque, sea en Ucrania o en Gaza, en uno u otro continente, en la paz como en la guerra, el hacer más y más dinero es lo único que les preocupa a esos grupos que antes controlaban el globo terráqueo en la sombra; y, ahora, se aplican a ello desvergonzadamente, mostrando sus rostros y llevando a cabo sus atrocidades a la luz del día. De ahí que aquel revolucionario de almas, llamado Jesús, advirtiera tan claramente sobre el peligro que representaba el poner la ambición o la autocomplacencia hacia el hecho de amasar dinero por encima de todo lo demás, diciendo que «es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios».

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Sin embargo, existe un gran poder en que las personas, cuando lo saben, se unan para defender sus derechos, por lo que tales élites temen, más que cualquier otra cosa, que quienes no son aún insensibles se coordinen y actúen no como una masa gregaria, sino como gente, como ciudadanos, como humanos compasivos y solidarios con otros iguales a ellos.

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