Camino de la autodestrucción
«Ya saben o deberían saber los europeos qué y a quiénes están apoyando, cuando los mismos que solicitan imperiosamente su voto dicen que la culpa de lo malo que les está pasando es de 'los burócratas de Bruselas'»
Seguramente el mundo se haya vuelto loco de verdad. No solo por las guerras que nos cercan: siempre las hubo. Ni porque quienes se sienten ... con poder para hacerlo invadan territorios y causen, impunemente, destrucción y muerte: no cambian los argumentos esgrimidos –a lo largo de los siglos– ni el modo brutal con que se intenta aniquilar al presunto 'enemigo'. Pero no menos grave que esto es que quien está llamado a liderar lo que resta de un planeta en buena parte dominado, ya, por sistemas totalitarios sea un condenado por un tribunal de su país. Y que, además, los movimientos ultraconservadores de Europa y América continúen considerándolo su 'gran jefe', el modelo a seguir.
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Repasemos las 'cualidades' que la sentencia por unanimidad de los 34 cargos que se le imputaban a Trump ha venido a poner de manifiesto. Y que, como dice el Evangelio, «quien quiera entender que entienda»: se trata de un individuo que mintió y sobornó para que sus relaciones extramatrimoniales no le estorbaran en el camino hacia la presidencia de los EE UU; capaz de implicar a otras personas en actos delictivos para beneficiarse él; convencido de que todo puede resolverse con dinero. Así que ¿hemos de pensar que la figura de referencia de Occidente consiste actualmente en semejante personaje de la peor catadura moral? ¿En alguien que sólo confía en el valor de la riqueza para conseguir sus fines y que está convencido de que cualquier cosa sería comprable? ¿Que sistemáticamente resulta fraudulento? ¿Que desprecia –desde luego– a las mujeres e igualmente a los hombres, no cree en las instituciones democráticas, ni en la decencia, ni en la justicia, ni en la bondad y la dignidad de los otros? ¿Que tampoco cree en las votaciones, ni en los recuentos, ni en las matemáticas, ni –por supuesto– en la ciencia?
Este convicto por falsificación de documentos, facturas y registros mercantiles, llamado Donald Trump, es el cabecilla de todos los líderes de la multinacional ultraderechista que montaron sus asesores y que enrola a imitadores de toda clase. Es también el maestro de las contradicciones y la hipocresía, que critica a las 'élites', siendo integrante de la peor de ellas, la de los explotadores que se enriquecen y manipulan a gentes e instituciones sin escrúpulos; la de quienes hablan contra el globalismo –aunque utilicen sus herramientas o armas de confusión– y se alían con sus principales adalides como Elon Musk; la de los pretendidos regeneradores de la moral colectiva, que reivindican los valores tradicionales e invocan a Dios, la patria y la familia, constituyendo el ejemplo vivo y judicial de unos hábitos opuestos a ello. Y son esos cínicos o falsarios los que aseveran que van a salvar al mundo de los muchos males que lo aquejan; los hacedores de injusticias, perpetradores de la ilegalidad y la trampa; los que se presentan como mártires del 'sistema', pero en cuanto grandes conocedores de él aprovechan sus lagunas o resquicios en beneficio propio; los que viven del cuento, se valen del Estado para desmantelarlo y claman por la conservación de tradiciones brutales e inventadas; los que fingen asumir las reglas democráticas o se les llena la boca con la palabra libertad y, sin embargo, como buenos aprendices de fascistas, aguardan el momento para imponer su catálogo de prohibiciones y autoritarismo; los que –ahora– simulan en nuestras latitudes interés y acatamiento respecto al proyecto de la UE, mas no hacen sino poner pegas y restricciones a esa supuesta adhesión.
Ya saben o deberían saber los europeos qué y a quiénes están apoyando, cuando los mismos que solicitan imperiosamente su voto dicen que la culpa de lo malo que les está pasando es de «los burócratas de Bruselas», a los que responsabilizan tanto de la inseguridad de las fronteras como de la pérdida de las soberanías nacionales. Y se erigen en campeones de lo de 'dentro' frente a lo de 'afuera', de la igualdad y de la ética, mientras –según demostrarían las actuaciones hoy sancionadas de Trump– suelen destacar por la práctica de lo contrario; así como por querer apoderarse del destino de la UE para llevarnos al camino de la autodestrucción.
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