El lenguaje y la civilización
«El lenguaje es una síntesis de impresiones y conceptos universales y personales que conviven en difícil equilibrio»
La palabra perfecta, la palabra justa, no existe. Gracias a esa imperfección, gracias a esa arbitrariedad la lengua sobrevive. El idioma, cualquier idioma asienta sus ... raíces en las perpetuas neblinas de la mente. La palabra puede hacer daño, la violencia en la palabra corta como un cuchillo. El silencio que cada palabra oculta es un discurso de eternidad rota. La palabra puede ser un desierto. ¡Cuántas palabras nos sobran! Llenaríamos con ellas un universo de estrellas apagadas.
Escribimos sobre todo aquello que desconocemos, y lo hacemos con desparpajo de ignorantes universales. La sabiduría es silencio y la palabra rompe y construye la armonía del conocimiento. Lo que conocemos y transmitimos con la palabra es tan solo el envoltorio de la sabiduría, en su interior se debate un monstruo de mil cabezas. El monótono discurso de las frases escritas esconde una bomba en cada palabra, aunque tal vez la energía de enlace entre las letras sea el elemento que realmente vivifica la escritura. Lo que las palabras significan, lo que las frases nos sugieren, la trampa del lenguaje que esconden, es un misterio.
El lenguaje es una síntesis de impresiones y conceptos universales y personales que conviven en difícil equilibrio. La mente tiene una línea evolutiva que nace con la civilización y desemboca en una barbarie más o menos civilizada. La mente razona, el lenguaje traduce los pensamientos, los determina y fija a la realidad, y con ello los reduce a modos de operar.
El lenguaje es civilización, pero no olvidemos que no puede expresar los matices más imperceptibles y sutilmente bellos del espíritu, y tampoco las ocultas columnas sustentadoras de las ideas. Aquello que el lenguaje expresa de nuestro espíritu, de nuestras emociones sensibles, de nuestras ideas proteicas, con ser la formidable herramienta que es para la comunicación, no es sino un pálido espejismo de las candilejas de la conciencia.
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