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La Construcción no sacará a España de la crisis, pero España no saldrá de la crisis sin la Construcción», fue un mantra invocado en plena ... crisis inmobiliaria, hacia 2012, tras su brutal caída, desconocida desde que hay estadísticas. Los datos eran elocuentes; en 2006 se visaron unas anómalas 920.000 viviendas y seis años después no llegaron a 30.000. La actividad edificatoria fue 'satanizada' e inició una lenta recuperación que en 2019 alcanzó las 106.000. La vivienda nueva es un indicador parcial, pero significativo de la evolución sectorial; aunque la rehabilitación aumenta, su presencia está lejos de lo deseable. La pandemia redujo la actividad en 2020, visando un 20% menos de superficie, retornando a cifras de 2017, y 2021 es incierto, a pesar de los planes del Gobierno.
El Plan de Recuperación para Europa, diseñado por la UE para los próximos siete años, asciende a 1.824.300 millones de euros; 1.074.300 son del Marco Financiero Plurianual. Los 750.000 millones restantes integran el programa Next Generation, un instrumento temporal de recuperación, que contribuirá a reparar daños socioeconómicos causados por la covid-19, mediante subvenciones (312.500 millones), préstamos (360.000 millones) y el resto destinado a otros programas. Entre 2021-2027 España podrá recibir 140.000 millones de euros de la UE; la mitad en subvenciones y la otra mitad como créditos avalados por el Banco Central Europeo. Para acceder a fondos deben presentarse proyectos y que los apruebe la UE. El Gobierno incluyó 27.000 millones de fondos europeos en los Presupuestos Generales del Estado pero no llegan, no hay liquidez y es difícil aumentar una deuda pública en máximos históricos.
El parque de viviendas en España aumentó un 20% durante la burbuja inmobiliaria y alcanzó 25 millones; tras su estallido se ralentizó y son 25,8 millones de viviendas en 2020. Las ajustadas a la normativa vigente, el Código Técnico de la Edificación, no llegan al millón, lo que supone 25 millones de viviendas rehabilitables o mejorables; un porcentaje reducido de ellas ha mejorado la eficiencia energética de sus fachadas. Suele estimarse que mantener el parque de vivienda en condiciones adecuadas precisa reacondicionar, rehabilitar o renovar un 2% anual, que supondría intervenir sobre unas 500.000 viviendas al año.
El Plan del Gobierno, con un 73% de fondos Next Generation, contempla destinar 6750 millones a rehabilitar 500.000 viviendas, en los próximos tres años; es decir, realizar en tres años lo correspondiente a un año, en circunstancias normales. En un escenario más favorable de edificios, un 2% cada 75 años, serían 333.000 viviendas, el doble de la previsión anual del Gobierno. El Plan no es la panacea para el castigado sector de la edificación, pero es un impulso básico para dinamizarlo, con 13.500 €/ vivienda de subvención estimable y se agradece tras doce años de penurias, con Planes de Vivienda testimoniales. Las cifras dan idea del desamparo de la edificación: el techo fueron 1.600 millones (2009), el suelo 478 millones (2017) y 481 millones en 2018.
Hace diez años se vio la necesidad de un nuevo paradigma urbano: en la UE la proporción del incremento de suelo urbano, durante veinte años anteriores, había sextuplicado la del incremento de población. No podía mantenerse ese desarrollo expansivo y debía aprovecharse lo existente para reducir la demanda de recursos y mitigar el cambio climático. Así surgió la Ley de las '3R' (2013), relativa a la Rehabilitación, Regeneración y Renovación Urbana… Pero fue lastrada por la profunda crisis de la edificación, la ausencia de iniciativa (pública y privada) y gestores adecuados y la supresión de cualquier ayuda fiscal, por exigencia 'austericida' europea.
El giro radical de la UE, respecto a edificación, es resultado de compromisos de lucha contra el cambio climático, escalonados en etapas (Europa 2020, 2030, 2050… y todavía no se ha ocurrido ir más lejos). Son prospecciones que deben hacerse, pero distan del afán cotidiano ciudadano, y suelen tener la propiedad de equivocarse. En los EE UU de 1970 se convocó a algunas de las principales universidades y empresas, para que avanzaran cómo imaginaban el mundo del año 2000. Cuando abrieron la cápsula de predicciones no acertaron casi nada, en especial de lo más relevante… Nadie había previsto la irrupción de internet, ni el nacimiento de la oveja Dolly, ni el proyecto del genoma humano, ni el cambio climático, ni la caída de los 'bloques'…
Estamos ante un nuevo sector del 'ladrillo', fruto del Pacto Verde europeo (2019) subyacente en el programa Next Generation. Las ayudas buscan la eficiencia energética (mejor aislamiento de edificios) y movilidad sostenible (accesibilidad en edificios). El Gobierno anuncia que asumirá algunas obras incluso al 100% y avanza desgravaciones fiscales, asunto sobre el que Hacienda debe tener opiniones propias. En realidad, el nuevo 'paradigma' solo funcionará si se implica la iniciativa privada; la Administración no puede asumir la magnitud del problema ni con planes excepcionales, como el anunciado. La complicidad de propietarios es básica, asumiendo un beneficio económico que posibilite una amortización con coste 'cero', por ahorro energético. Las ayudas siempre son bienvenidas y cuantos más beneficiarios mejor, pero la totalidad nunca debe subvencionarse, siempre debe implicarse el propietario. Finalmente, la mayor eficiencia precisa actuaciones sistemáticas: es decir, que trascienden del edificio aislado y actúan por barrios. Tras trece años proscrito, el nuevo 'ladrillo verde' puede ser una oportunidad surgida de la necesidad.
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