La foto impresión de los vencedores queda grabada indeleblemente en el rostro de los derrotados. Toda víctima, no es más que la venganza de una ... derrota anterior. Toda derrota no es sino la consecuencia de una victoria pasada. El dulce perfume del triunfo y el amargo saber de la derrota se confunden.
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La Ley del Talión no es eficaz a medio plazo, la venganza es estéril, la sangre derramada no se lava con más sangre. Hacer justicia no es decretar la venganza. Nada se arregla lanzando a la especie humana contra sí misma. La muerte no arregla la vida. Un nuevo orden y su correspondiente desorden brotan y mantienen el natural desequilibrio del orbe mundial.
Una ciudad santa no está protegida de la violencia eternamente, la paz es un valor inestable y la guerra es una estratagema del poder político con beneficios sustanciosos ajenos a cualquier mandato ético. La conferencia de paz se celebra ante un auditorio que clama por la guerra económica.
Las batallas desiguales legitiman al masivo poder destructor de las guerras, no se trata solamente del número de víctimas causadas en las filas enemigas y en las propias sino de la violencia sistemática, de la violación impune de la dignidad de los sojuzgados y, cómo no, también de la dignidad perdida de los vencedores.
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Todas las guerras son la misma guerra, solo cambia el escenario y el tiempo pero no el guión, los actores, incluso los directores. La historia del hombre es una guerra sin fin, sin finalidad.
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