No caben los pusilánimes
«Es meritorio creer en la bondad de las gentes, pero de ingenuos es confiar en la bondad del género humano»
Un tributo a la maldad conquista nuestro mundo sin apenas oposición. Las fuerzas del mal son extremadamente atractivas, seductoras, ricas como la riqueza que emana ... de los poderes económicos y políticos, y especialmente el poder de los humanos mesiánicos, de los profetas, de los santos y puros dioses de la mediocridad. Es la devastadora eficacia de la maldad en un mundo de débiles y necios.
La socialización de la crueldad entenebrece nuestro mundo, por más que siglos de cultura, milenios de civilización nos hayan convertido en los más conspicuos presuntuosos en la historia de la humanidad. Seguimos sin construir y sin resolver al humano.
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La estupidez es una constante humana, la bondad no es estúpida sino crédula, y manipulable. Es meritorio creer en la bondad de las gentes, pero de ingenuos es confiar en la bondad del género humano. La especie muestra a diario reacciones violentas y una historia bañada en sangre y horror. Las personas tomadas una a una son merecedoras de mejor consideración. No hay ya conmiseración con los bondadosos, la maldad es fuerte y astuta. En este mundo no caben los pusilánimes. Las flores se marchitan inevitablemente.
Demonizar a quienes se creen uncidos por la gracia divina. Lo divino y lo demoníaco son abstracciones aunque el ejercicio del bien y del mal muestra consecuencias muy reales. Mala hierba nunca muere, pero previamente contagia su maldad, y así en cierto modo pervive. Es la maldad la que nunca muere.
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