

Secciones
Servicios
Destacamos
Aún recuerdo los primeros momentos de Ronaldo en Valladolid, cuando se le veía paseando por La Santa Espina con unas botas, una gorra y un ... perro, como si fuera a hacerse capataz agrario o buscador de níscalos. Parecía que en lugar de en Río de Janeiro hubiera nacido en la plaza de San Miguel y que ir a Torozos en otoño fuera para él algo tan natural como irse a Copacabana el martes de carnaval. Creo que se dio cuenta tarde de que en Wamba no hay sambódromo sino osario. Y que el Cristo de las Eras de Peñaflor –hermano del de las Batallas y del de los Carboneros– no impresiona menos que el de Corcovado. Ahora echo de menos que no hubiera llamado a alguien que conociera esta tierra para enseñárselo todo y desde el principio; que le diera un par de claves, un mapa sentimental y una cierta gravedad a su misión, que, por supuesto, excedía el fútbol. Quizá habría entendido algunas cosas, habría trabajado con la tensión del que se echa una novia siciliana y su experiencia aquí hubiera sido diferente. Lo tenía todo a favor: durante un momento fue popular, carismático e ilusionante. Pero todo cambió y la realidad es que ha fracasado como gestor y como manager de equipos de élite. Se le han dado oportunidades, se le ha contemplado como a nadie se le ha contemplado antes, pero ya es tarde. Pensarlo solo lleva a la melancolía, que es un burdo pasatiempo, según Luis Alberto. Y la melancolía lleva a la frustración, según mi padre. Y cuando uno se instala en ella, empezamos a mirarnos al espejo como si en lugar de futuro tuviéramos fe de erratas.
Ronaldo comenzó bien, a pesar de esos aficionados que creen que somos el Brasil de Sócrates. Pero poco a poco fue desinvolucrándose. Y de ahí al pasotismo hay un paso pequeño. Y ese paso acaba en silbidos. Y cuando te silban y no estás para dar la cara, se da una imagen muy parecida a la de la cobardía. Y la cobardía, con malos resultados, es la antesala del desprestigio. Yo comprendo que el Real Valladolid es una sociedad anónima, es decir, un activo financiero. Y que tiene unos dueños, que lo gestionan como desean. Todo eso lo tengo claro, al contrario que algunos populistas y algunos ignorantes. Pero también tengo claro que hay delitos como el alzamiento de bienes, la administración desleal, la apropiación indebida y los delitos societarios. Es decir, que tú no puedes hacer lo que te dé la gana con tu empresa. Y tengo la sensación de que Ronaldo está en el límite de empezar a actuar en contra de los intereses de la sociedad. Si va a vender, que venda ya y deje a los nuevos administradores crear un equipo de gestión y una estructura deportiva que nos permita competir en las mejores condiciones. Si no va a vender, que se ponga a trabajar en la temporada que viene. Pero debe hacer algo ya porque el mundo entero está mirando y su imagen como gestor empieza a ser pésima, no solo en Valladolid sino en España, en Europa y en todo el mundo del fútbol. Es decir, si quiere seguir en el negocio del fútbol debe actuar con cierta seriedad porque, si no lo hace, no habrá ningún club del mundo que lo reciba sin incidentes, sin quejas por parte de la masa social y con una gestión de crisis desde el minuto uno. A él ni Valladolid ni el Real Valladolid le importan nada. Pero no puede reírse de una ciudad y pensar que no va a suceder nada. Claro que va a suceder.
Y eso a pesar de que el club ha mejorado en algunas áreas desde que llegó. Por ejemplo, en comunicación. No todo ha sido naufragar, desde luego. Pero sus últimos tiempos han sido nefastos y rozando lo negligente. El club está roto, el equipo hundido, la dirección deportiva es una vergüenza, la situación financiera es una incógnita y solo de pensar a lo que nos vamos a enfrentar el año que viene, empezamos a temblar. Perder un partido no es responsabilidad suya. Pero la situación que existe sí que lo es. Ha fracasado, ha demostrado su falta de preparación y de capacidad y, lo que es peor, su absoluta falta de talla personal para afrontar este tipo de retos y vaciarse en ellos. Su capacidad técnica se ha acreditado como inexistente, su habilidad para resolver conflictos no es la necesaria para un club de élite y su manera de estar no encaja en absoluto con los valores de una tierra seria, trabajadora y cumplidora. El tiempo se agota y no es solo que Ronaldo sea un problema para Valladolid sino que Valladolid va a empezar a ser un problema para Ronaldo porque mostrará al mundo –con datos y sin gritos– lo qué pasa en una ciudad cuando Ronaldo pasa por ella.
No tengo datos y no quiero preguntar sobre el tema, por si acaso me responden. Pero tengo la sensación de que el Ayuntamiento no va a invertir un solo euro en el estadio hasta que Ronaldo se vaya. Si esa es la idea, me parece bien. Es un modo de presión y una especie de cortafuegos que impide que se beneficie personalmente de una inversión municipal. Insisto que no lo sé, pero me lo huelo: un estadio nuevo elevaría quizá el precio de venta. O peor aún: la entorpecería porque quizá Ronaldo se quiera quedar a ganar dinero con la operación. Dicho de otro modo, el dinero que los vallisoletanos vamos a poner en mejorar el estadio puede implicar que Ronaldo, encima, se vea beneficiado. Y eso sería un error de idiotas. Si dependiera de mí, el compromiso de mejora del estadio estaría vinculado a que los nuevos dueños fueran demostrando su capacidad y compromiso con el club y con la ciudad. Porque algo me dice que Ronaldo, en realidad, solo vino a construir ese estadio. Quién sabe si bajo el amparo de algún socio madrileño. Y junto al estadio, la ciudad deportiva. Es decir, a instrumentalizar un club de fútbol para hacer un negocio inmobiliario e irse. Una vez ha visto que eso no va a suceder volará a buscar una ciudad de ingenuos que, como nosotros, no le vea venir y termine con su equipo humillado día tras día en todos los campos y en todas las televisiones del mundo.
El alcalde de Valladolid no puede ni debe involucrarse en las decisiones de una empresa privada. Y menos comportarse como un macarra, como un matón o como un bocazas, como algunos vallisoletanos, sin duda, desearían. Pero tiene armas. Que las utilice en silencio. Y Ronaldo, que comience a sentir que nosotros antes o después saldremos adelante. Pero que, si no lo arregla al final y sale con cierta dignidad, es muy probable que ya nunca pueda desligar su imagen del fracaso, del desastre y de la cobardía. Que se coja el perro, las botas y la gorra y se vaya a pensarlo a Castromonte. Que las cosas allí se ven bastante más claras que en Ipanema.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.