Pues, en efecto, llegó el día señalado; ése en que la voluntad individual de cada uno se hace parte de una voluntad colectiva, para ... adoptar una decisión que resulte vinculante para todos por igual, sea cual sea el contenido y la orientación que tuvo cada una de esas voluntades particulares. Porque esta es exactamente la función de un procedimiento electoral democrático, asegurar que cada decisión individual, expresada en un voto, contribuye de manera idéntica en la formación de la decisión colectiva. Lo hace con esas características tan clásicas, tan conocidas, tan obvias, que a veces les ocurre lo que ocurre con las cosas más evidentes, que son las que necesitan ser más recordadas. Se trata de un voto libre, porque cada uno lo emite con total autonomía personal, sin que pueda ser objeto de control por nadie; de un voto igual, porque vale de manera idéntica en todos los casos, al margen de la posición económica, del nivel cultural, o de cualquier otra circunstancia (alguien dijo, y con razón, que la igualdad plena de los seres humanos solo se alcanzaba en tres situaciones, ante la cuna, ante la urna y ante la tumba); de un voto directo, porque solo vale si lo emite cada uno personalmente, sin ningún tipo de condicionamiento ni intermediación; y de un voto secreto, porque se trata de garantizar que nadie puede ser forzado a declarar su preferencia, para que no se deriven consecuencias de ello, sin perjuicio de que cualquiera pueda hacerlo público a su voluntad. Todo eso formó parte siempre de lo que se entendió como los mínimos del estándar democrático homologable; y así debe seguir siendo.
Publicidad
De manera que hoy es un día especialmente protegido, en el que no procede hacer públicas las preferencias de manera ostensible, más allá de que sean conocidas y patentes, lo que resulta inevitable. Es un día para animar a votar y, en todo caso, para reflexionar, con la exigida imparcialidad y con el debido respeto, sobre las circunstancias que pueden derivar del resultado electoral con carácter general.
Así que animo a votar, lo que cada cual quiera, o en blanco, si no prefiero nada; y a hacerlo presencialmente, con calor, ya que hoy no hay ya otra opción, sabiendo la cantidad de votos que se han emitido por correo, como era previsible. En fin, que no este un día para la perplejidad, según dijo un entendido, sino para la decisión.
También para la reflexión, que hoy solo puede ser genérica y de buenas intenciones; ya mañana, conocido el resultado, se hará, o se irá haciendo, más concreta. Es evidente que nuestro país ha vivido una etapa de considerable estrés político y es momento de pensar que el paso por las urnas debe contribuir a serenar la sensibilidad colectiva, a normalizar las relaciones entre personas de distintas ideas y a fomentar un nivel de convivencia amable. Es obvio que todo eso pasa por la aceptación del resultado, sea el que sea, y sean cuales sean las opciones de gobernabilidad que de él deriven. Este será un requisito esencial para que los grados de tensión social y política que hayan podido acumularse en este ya largo tiempo de contraposición brusca se reduzcan al máximo posible, aunque permanezca la viveza en la defensa de las ideas que es consustancial al pluralismo. Lo precisaré un poco más: en nuestro sistema político no elegimos directamente al Presidente del Gobierno; elegimos diputados y senadores, y son los diputados quienes luego dan la confianza mayoritaria a un candidato a la investidura para que forme gobierno, si es que consigue esa mayoría.
Publicidad
Será, pues, prudente respetar ese tiempo de negociación de apoyos si nadie tiene mayoría por sí solo, y será la responsabilidad de quien lo haga decidir si la obtiene con coherencia, o no, y será el derecho de cada uno valorarlo, según su preferencia, de una u otra manera. Por eso añado que me ha llamado la atención en todo este tiempo de profusión de sondeos diarios la importancia que se daba, no ya solo a quien fuera primero o segundo en el 'ranking', sino muy especialmente a quien fuera tercero y con qué diferencia sobre el cuarto. Y no voy más allá, que no es el día.
Así que me quedo con los dos deseos de buena voluntad que considero oportuno explicitar, porque creo que ambos son igualmente compatibles con el resultado, sea cual sea. El primero, que ojalá haya condiciones que permitan solucionar los eventuales bloqueos que puedan sobrevenir, de manera que el país no tenga que estar en vilo más tiempo del necesario y no tenga que volver a corto plazo a las urnas, salvo que fuera claramente imposible evitarlo, o porque fuera evidentemente razonable que esa sea la mejor solución. El segundo, que ojalá sea pronto, porque creo que tarde o temprano tiene que ocurrir, que los dos principales partidos del país encuentren la forma de hacer posible algún acercamiento, por mínimo que sea, en unas pocas cuestiones que son esenciales para la estabilidad básica de las instituciones y para la tranquilidad razonable de la sociedad, objetivo que me parece deseable, haya alternancia, o haya continuidad. También que, si esto fuera factible, los demás, que acaso sean los que tienen en su mano una parte importante de las decisiones de futuro, entiendan que es positivo conocer y respetar esa mínima base compartida, en la que sería igual de deseable que pudieran participar, contribuyendo a ella.
Publicidad
Ya sé, cómo no iba a saberlo, que todo eso no es, ni va a ser, fácil. Nos falta aún un trecho de camino para llegar a una cultura política que normalice el acuerdo entre partes diferentes; de momento estamos más por dar como deseables, o como ineludibles, los acuerdos dentro de los respectivos bloques, sin dar opción a alguna transversalidad que, al menos, reduzca un poco la profundidad de la trinchera. Pero como esto tiene que llegar algún día, por el interés general, o por la ley de la gravedad, podríamos empeñarnos en que mañana, conocido el resultado, sea un buen día para empezar a pensar en ello con algo de sosiego.
Y nada más por hoy: que cada uno vote como mejor le parezca, pero pensando que mañana todos tendremos que vivir en el mismo suelo y bajo el mismo sol. Y feliz verano para todos y hasta pronto.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión