El dedo en el ojo

La última ocurrencia para enredarnos la vida y exprimirnos el bolsillo es un decreto que regula el funcionamiento de los ascensores, lo que obligará a adaptar la mitad de ellos, con el noble objetivo de que los elevadores asciendan a los tiempos tecnológicos. Entre las novedades la norma establece que habrá de precisarse más la nivelación para que cuando el aparato aterrice y se abra la puerta no haya huecos traicioneros ni tan siquiera del tamaño de un tacón de aguja.

Precisión y tino, que también es lo que hace falta para no equivocarte e invadir con el vehículo una zona protegida. Y como quien evita la tentación, evita el peligro, nos hemos lanzado los parias automovilísticos al uso del transporte ferroviario, animados por la liberalización del tren con precios más baratos. Esta actitud perversa lleva por los raíles de la amargura a Óscar Puente, prudente paisano donde los haya. Las compañías privadas le han metido en el dedo en el ojo, sobre todo con inquina los malditos gabachos de Ouigo, que a la oferta de Renfe llamada del 'Verano Joven', con un descuento del 50% para personas de 18 a 30 años, han agregado un 10% más con cachondeíto en la promoción: «Tu 'Verano Joven' con Ouigo es un 10% mejor».

El ministro se ha revuelto ante esta práctica tan poco social y progresista, porque que es eso de que los chavales viajen en primera con billete de tercera, que decía mi abuela. Que se habrán creído esos buscaprecios antipatriotas.