Guerra
«Aquí nadie supo escuchar el estruendo de fondo, aunque la explicación puede radicar en que China está lejísimos»
Los que me conocen medianamente bien saben que soy un defensor a machamartillo de la capacidad que tenemos para superar las dificultades y mostrar solidaridad ... con los demás. Los sufridores del coronavirus, que somos todos, estamos pasando un calvario que solamente el tiempo, las medidas que se van tomando y la chiripa bastarán para dejarlo atrás.
Estamos ante una situación que, digan lo que digan algunos, ni siquiera es comparable a la Guerra Civil, que acabó un día como anteayer de hace 81 años. Porque aquella escabechina tuvo principio y fin, vencedores y vencidos, y la pandemia no tiene rostro ni parece tener final. Vamos, que dudo que escuchemos aquello de «cautivo y desarmado el coronavirus Covid 19, la cuarentena ha terminado», ya pueden ir al cine.
Los historiadores aseguran que la catástrofe de 1936 era de libro, que sonaban tambores de guerra, que el ambiente estaba enrarecido. Pero aquí nadie supo escuchar el estruendo de fondo, aunque la explicación puede radicar en que China está lejísimos. Lo malo es que cuando llegó a Italia, seguíamos llenando las terrazas como si la cosa no fuera con nosotros.
Los españoles no las vimos venir, pero ni el Gobierno ni los fabricantes tampoco, como lo demuestra el hecho de que tres semanas después de comenzar el encierro sigan escaseando la lejía, el gel desinfectante o los pañuelos de papel. De guantes y mascarillas mejor no hablar…
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión