La siembra de nubes, Valladolid y la NASA
En marzo de 1979 se montó un tinglado considerable en Villanubla para demostrar las técnicas para intentar que llueva más soltando cristales de yoduro de plata
Valladolid es famoso entre la gente que se dedica a la física de las nubes. Y en todo el mundo. Es así porque en marzo ... de 1979 se montó un tinglado considerable en Villanubla para demostrar las técnicas de siembra de nubes, eso de intentar que llueva más soltando cristales de yoduro de plata. Ahí arriba, en el páramo, se congregaron más de cincuenta científicos y técnicos, además de políticos para hacerse la foto. Trajeron un par de aviones y un buen número de instrumentos muy específicos, y estuvieron hasta mayo mirando a ver si el sitio era un buen lugar para determinar de una vez si esas tecnologías de modificación del tiempo servían para algo.
Ese primer año se hizo todo bastante deprisa, y faltaron aparatos básicos, como un radar meteorológico. Aun así, tenían aviones, y el Queen Air de los americanos y el DC-7 de los franceses hicieron más de cuarenta vuelos. Los científicos que dirigían el proyecto habían determinado que la mejor época para llevar a cabo el estudio era el invierno y el comienzo de la primavera, así que en mayo empaquetaron todo hasta el año siguiente. Mover aviones y tener a científicos desplegados cuesta mucho dinero.
Al año siguiente, en 1980, regresaron para la segunda fase. Fue en enero. Se comenzó con un curso memorable sobre física de nubes que despertó muchas vocaciones científicas y que -por lo que decían mis profesores veinte años después- puso a la facultad de ciencias de Valladolid en el mapa mundial de la física de la atmósfera. Volvieron a traer los aviones y los soviéticos (estábamos en la época de la URSS) enviaron un radar, un modelo MRL-5 que es capaz de usar al mismo tiempo la banda S y la X. Sin entrar en más tecnicismos decir que ese tipo de radar es bastante bueno y que fue un logro tenerlo por aquí midiendo.
El proyecto PEP (o PIP, que es como se tradujo al español: proyecto de intensificación de la precipitación) fue algo grande. Se trataba una iniciativa de la Organización Meteorológica Mundial, que como es natural siempre ha tenido mucho interés en intentar que llueva más en zonas áridas y semiáridas. Se eligió Villanubla después de descartar otras ofertas. Un documento desclasificado hace poco revela que Australia se retiró de la carrera, India no aportó datos suficientes para ser evaluada, y que tuvieron que elegir entre Túnez, Argelia y España. Después de hacer visitas a esos tres países, y de descartar a los dos primeros, añadieron México y Argentina, por si acaso fallaban las negociaciones con nuestro gobierno de entonces.
Todo fue bien y al final se decidieron por Valladolid, aunque surgieron problemas en el camino. Algunos mundanos, como que el gobierno español no quisiera proporcionar transporte para los científicos desde Villanubla las 24 horas del día, como pedían los americanos, o la exención de impuestos al combustible de los aviones, que al final sí que consiguieron.
El proyecto produjo resultados interesantes que se reflejaron en varios artículos científicos. El que más repercusión tuvo lo firmó Gabor Vali, de la Universidad de Wyoming, en 1988. En él se explican con todo detalle las medidas que se hicieron y para qué. Los chinos, que tienen mucho interés en hacer que las nubes suelten más agua, y que llevan gastados varias decenas de millones en ello, todavía citan ese trabajo. No obstante, desde el punto de vista científico lo más importante no fueron los artículos, sino una serie de informes muy detallados que marcaron la pauta y el método para este tipo de estudios de evaluación de técnicas de modificación del tiempo. Porque lo que sucedió es que después de estar tres años midiendo desde Villanubla la conclusión fue que el valle del Duero no era el mejor sitio para validar las técnicas de siembra de nubes y averiguar si realmente funcionan. Una pena, porque de haber sido así hubiéramos tenido muchas más campañas, y habríamos dispuesto entonces de unos medios técnicos que ha llevado décadas conseguir. En ese escenario contrafactual la historia de la física de la atmósfera en España hubiera sido otra.
Las campañas del PEP quedaron en la mentalidad popular como «la NASA en Valladolid», aunque no fue la NASA en sí quien participó, sino científicos americanos, algunos de los cuales tenían proyectos o vínculos con esa agencia. La NASA es más como un ministerio con sedes en muchos sitios y su organización muy diferente a la que tenemos aquí para la cosa de la ciencia, pero mucha gente lo asocia a un centro concreto y con los astronautas, aunque la parte de su presupuesto dedicada a la observación de la Tierra sea considerable. Sí que ha habido centros de la NASA que realmente han organizado actividades importantes en Valladolid, pero eso es otra historia que contaré otro día.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.