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Las nieblas de Londres llevan la fama, pero quien carda la lana –siguiendo con el refrán– son las de Valladolid. Ya quisieran las inglesas. En ... el siglo XIX, en plena revolución industrial, aquellas eran muy famosas, pero eran deudoras del smog, de esa carbonilla de la quema del carbón que producía, junto con la humedad, un combinación fatal para los pulmones. Las de Valladolid son más puras. Son seculares, históricas, meteorológicas. En el primer año del siglo XVII sorprendieron a la corte de Felipe III, que solo aguantó cinco inviernos aquí, y su física es inseparable de la pureza del azul de cielo.
¿Cómo se producen las nieblas? La niebla es una nube que toca el suelo. Para que haya niebla tiene que haber poco viento y una masa de aire con humedad, es decir, con vapor de agua –que es un gas invisible–. Si enfriamos esa masa de aire, sucede que una parte del agua se condensa alrededor de partículas sólidas. Se forman entonces gotitas, que esas sí que son visibles y que son las que forman las nubes o la niebla.
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Hay cinco tipos de niebla, dependiendo del mecanismo de enfriamiento del aire. Las nuestras son las niebla de radiación. Se forman durante las noches despejadas y tranquilas, cuando la superficie terrestre pierde calor rápidamente a través de la radiación infrarroja, enfriando el aire en contacto con el suelo. Si la temperatura del aire desciende hasta el punto de rocío, el vapor de agua del aire se condensa y se forma la niebla. Este fenómeno es común en los valles y áreas bajas, y suele disiparse poco después de la salida del Sol, cuando la radiación de onda corta calienta la superficie. Otras veces no, otras veces se agarra durante días y no levanta, porque el sol no es capaz de calentar el suelo y hacer que éste emita radiación de onda larga, como sucedió en las Navidades pasadas.
La niebla se puede formar de otras maneras. Está también la niebla orográfica, que aparece cuando el aire húmedo es empujado hacia arriba por el relieve, como montañas o elevaciones de cierta altura. A medida que el aire asciende se enfría, y si la temperatura alcanza el punto de rocío, se forma niebla. Pero montañas aquí hay pocas. De hecho, Valladolid es la provincia más plana de España.
También están la niebla de evaporación y la frontal, pero de esas en Valladolid, pocas. La niebla de advección, la quinta, se forma cuando el aire cálido y húmedo se desplaza horizontalmente (eso es a lo que llamamos advección) sobre una superficie fría, como el océano o la tierra. El aire cálido baja entonces su temperatura al entrar en contacto con esa superficie, lo que provoca la condensación del vapor de agua que lleva y la formación de niebla. Aquí sucede a veces, aunque este tipo es más frecuente en áreas costeras.
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