La foto

Allí, bajo un flash imaginario, quedaron congeladas las figuras de Alfonso Fernández Mañueco, con Pablo Fernández a su derecha y Luis Mariano Santos a su izquierda. Podría pensarse que se trata de un 'retrato' más a no ser por los protagonistas del mismo. No hay coincidencia alguna entre quienes forman parte del conjunto. No parece sencillo que el secretario general de Podemos en Castilla y León pueda llegar a empatizar con el presidente de la Junta. Más bien, la teoría política habla de dos trenes que viajan en sentidos opuestos por vías igualmente separadas.

Qué se podría decir de Luis Mariano Santos, que no cree ni creerá jamás en la dimensión territorial de esta comunidad, y a partir de ahí y por extensión se podrían añadir todos los puntos suspensivos que se quisieran, y siempre se quedarían cortos.

Pese a esa estratosférica diferencia de todos ellos entre sí, todos formaban parte de la misma imagen.

Su unión, salvo para algún desequilibrado, es parte de algo tan serio como la normalidad política, que habla mucho y bien de quien propuso el encuentro, de un presidente que ve el todo más allá de las diferencias puntuales, y de quienes aceptaron la invitación.

La pandemia que ha arrasado la sociedad tal cual era conocida exigía esa imagen como remate a un compromiso institucional por todos los castellanos y leoneses. Que nadie se engañe tan crítica es la situación, tan descomunal el reto al que ahora todos nos enfrentamos, que solo desde la unión y el compromiso se podrá lograr el rearme.

Da igual la distancia en el pensamiento político e incluso importa poco la diferencia sea lo sustancial que sea a la hora de afrontar lo desconocido, pero nadie debe dudar hoy y ahora que juntos y solo juntos se regresará a una anormal normalidad que permita a la sociedad recuperar una parte de lo que –son sus problemas– parecía una plácida forma de convivir.

No aparecen en la foto ni el vicepresidente Igea ni el jefe de la oposición, Luis Tudanca, pero si se quiere su presencia de intuye sobradamente por esa cercanía de gobierno en el primero de los casos y por ese sentido de Estado que suele arropar a los socialistas cuando el reto es endiabladamente complejo.

Habrá que felicitar a quienes forman parte de la foto final, a quien la inmortalizó, se podrá incluso abrir un hilo sobre la composición que forman los gestos de sus manos. Se podrá hablar de cuanto propone en sí, pero ante todo habrá que reconocer que se trata de un estimulante ejercicio de coherencia, un gesto hacia la sociedad que apunta a la unión ante el desafío más descomunal al que nunca nadie se había medido.

El reto hoy será que lo visible en esa imagen no se pierda con el paso del tiempo porque hoy, más que nunca, la sociedad precisa de sus mejores líderes en todos los órdenes