Ibarrola
CRÓNICAS DEL MANICOMIO

De pie

«Para destruir desde más arriba. Nos elevamos sobre el suelo para golpear mejor. Para cazar, dirán los más optimistas. Para matarse, añadirán los más escépticos»

Fernando Colina

Valladolid

Viernes, 5 de septiembre 2025, 07:43

De entre todas las virtudes heredadas, la que veo más debilitada en estos tiempos digitales es el amor a la verdad. Ya conocíamos el deterioro ... de la paciencia y la templanza, por poner dos ejemplos de virtudes erosionadas, y ahora le toca a la verdad, que es la piedra angular del conocimiento.

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La impaciencia se ha apoderado de nuestras vidas en forma de aceleración creciente, de culto a la inmediatez y de torpeza en la seducción parsimoniosa y planificada. Mientras que a ojos de la destemplanza actual, la moderación y la austeridad suenan a vicio conventual y casi a vagancia e incluso a depresión. Pero pocas insuficiencias parecen tan significativas en el presente como el destino de la verdad.

La verdad es menos verdadera que nunca. Este es el resumen principal del acontecimiento. Hay campos enteros de la vida social y personal donde ha perdido su vigor demostrativo. En muchos ámbitos discursivos es imposible detectar la mentira, que se incrusta en el discurso como si formara parte indistinguible de lo verdadero. La única verdad que permanece limpia, pura e incontestable es la violencia. Solo donde hay agresión y sangre hay verdad. Una alianza que provocaron los hombres cuando se pusieron de pie y que no han dejado de alimentar.

Hay consenso acerca de que el paso a la posición erecta de los homínidos fue un gran salto evolutivo que estimuló el conocimiento. Lo que no está tan claro son los motivos que empujaron a la naturaleza a la hora de enderezar el esqueleto. Se ha señalado que potenció el desarrollo de las manos y renovó la locomoción, mejoras que podemos asumir y entender con facilidad. También suponemos que, al estar más alta, la mirada cubría más espacio y aumentaba la curiosidad. Esto, aunque plausible, es menos evidente, pues no está tan claro que todos los hombres tengan naturalmente el deseo de saber, como sostuvo Aristóteles en la primera línea de su 'Metafísica'. Hay también mucha pasión por la ignorancia y la ocultación. Tenemos necesidad primaria de interpretar las cosas, de darlas un sentido, pero no nos exigimos un modo adecuado de hacerlo. En general, detenemos el saber allí donde la significación nos interesa, nos da la razón y nos parece suficiente. La potestad bíblica del hombre era nombrar y dar significado a las cosas, no de ser obligatoriamente certeros.

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Es más atinado pensar que la bipedestación vino a mejorar la capacidad de las personas para machacar. Para destruir desde más arriba. Nos elevamos sobre el suelo para golpear mejor. Para cazar, dirán los más optimistas. Para matarse, añadirán los más escépticos. Como si los hombres se hubieran alzado y encumbrado para demostrar la verdad de la violencia y la violencia que imprime la verdad.

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