Estado y nacionalismo

El nacionalismo se construye sobre creencias, tradiciones y necesidades de los ciudadanos de un territorio común, pero es un hecho comprobado que todo ciudadano de cualquier nacionalismo tiene su propia cultura al margen de la oficial impuesta por un gobierno. El nacionalismo no busca solamente la autodeterminación, la independencia del Estado, también urge la creación de un nuevo Estado ajustado a su identidad emocional y cultural, y suele olvidar que el Estado no puede ser un ente difuso cuyas cartas credenciales ante la sociedad no representen con impecable transparencia y voluntad democrática la salvaguarda de los derechos y libertades de todos y cada uno de los ciudadanos de la nación. Frente al intervencionismo del Estado, el nacionalismo opone el intervencionismo en la libertad de elección del ser individual. El Estado es una máquina protectora de los derechos de los ciudadanos y también puede ser la gran fiscalizadora de sus libertades.

Nación y nacionalismo son conceptos simbólicos que aluden a una realidad jurídico- política-económica- social que es el Estado, construido sobre la soberanía del pueblo. Pero esta soberanía precisa de una Constitución y la Constitución nada es sin el Estado, y a su vez el Estado es inoperativo y estéril y deviene antidemocrático si no se sustenta y legitima en la soberanía del pueblo. La cuestión no es tanto si se defiende el modelo de nación o el de nacionalismo, lo relevante para la convivencia del colectivo social es el imperativo de un Estado de derecho construido por y para la soberanía del pueblo.