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Agapito Ojosnegros

Elogio desmedido del lechazo asado

El óxido de los días ·

«Mientras tengamos una mesa, un lechazo y un amigo con el que compartirlo, ya pueden venir problemas de todos los colores»

José F. Peláez

Valladolid

Jueves, 5 de mayo 2022, 00:03

Cuando le pregunté a Chapu Apaolaza si quería que comiéramos lechazo me miró con displicencia, un poco de decepción e incluso diría que algo de ... desprecio. Al menos eso es lo que yo pude ver en su cara, lo que no deja de tener cierto mérito porque la conversación fue por teléfono. «Pues claro, tío. Vaya pregunta». Eso digo yo, vaya pregunta José, pues claro que quiere lechazo, un hombre como Dios manda viene a Valladolid y quiere lechazo, un tío que se viste por los pies y que pesca las sepias a pulmón viene a Valladolid y quiere lechazo, un tipo con una barba rubia de Robinson de Amara que corre los San Fermines en la Cuesta de Santo Domingo quiere lechazo, un donostiarra que va en trainera de la Concha a la Zurriola para hacer surf, luego doma un par de caballos y posteriormente sube Urgull con los perros, ¿qué va a querer? ¿Tofu? ¿Carne de esa que no es carne? ¿Rúcula marinada en un aceite de no se qué semillas chinas? Vamos hombre. Pues claro que quiere lechazo. No somos salvajes.

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