Petro, ante su golpe más duro
Las graves acusaciones contra su hijo exigen del presidente de Colombia algo más que la obligada constatación de que se ceñirá a los procedimientos legales
La detención del hijo mayor de Gustavo Petro, acusado de presunto blanqueo de capitales y enriquecimiento ilícito relacionados con el 'narco' y el tráfico de ... influencias meses después de ser señalado por su exmujer, también arrestada, ha situado al presidente de Colombia ante su trance más duro en un mandato que ha perdido el brillo inaugural apenas un año después de iniciado. Petro, que relató en su día cómo Nicolás creció sin él porque el dirigente de izquierdas militaba entonces en la guerrilla del M-19, ha expresado su dolor personal por la situación que atraviesa su primogénito y ha asegurado que no intervendrá –el compromiso es elocuente por sí mismo–, subrayando que la Fiscalía tendrá «todas las garantías para proceder de acuerdo a la ley». Es comprensible el desgarro que debe remover a quien es padre antes que presidente. Pero las graves sospechas exigen de Petro algo más que la obligada constatación de que se ceñirá, como no podría ser de otro modo, a los procedimientos legales. Porque los supuestos manejos de su hijo tenían como marco las prebendas que podría ofrecer a cambio de financiación para la campaña paterna, dinero que el detenido se habría quedado. Una sombra demasiado densa para el líder que prometió erradicar la Colombia corrupta.
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