Para el motor de la fábrica de sueños
La protesta tiene en las firmas de 'streaming' uno de los grandes caballos de batalla de los escritores: quieren compartir las ganancias
La casi totalidad de los 11.500 miembros de la Asociación de Guionistas de América (WGA) ha resuelto hacer valer el poder de su talento para impulsar la primera huelga del sector en 15 años. Desde el día 1, cuando expiró el convenio vigente desde 2020, no hay rodajes, ni talentosas páginas para los programas nocturnos, ni historias que alimenten la voracidad de las plataformas televisivas. El paro en el motor de la fábrica de sueños tiene precisamente en las firmas de 'streaming' uno de los grandes caballos de batalla de los escritores: quieren compartir las ganancias de un sector que ha encandilado a las audiencias de todo el mundo, pero que esconde sus datos de espectadores, por lo que los autores no se benefician del fenómeno. Esta movilización no es el único problema que afrontan los ejecutivos de Netflix o Disney, acuciados por sus accionistas a rentabilizar grandes inversiones. Y temerosos de que las demandas de actores y directores seguirán a las de los guionistas, todos trabajadores de naturaleza intermitente que ven su futuro afectado por la inteligencia artificial y su presente por salarios que imposibilitan sobrevivir en ciudadades como Nueva York o Los Ángeles.