La historia de éxito de los trasplantes en España es la de un proceso que parte de una doble tragedia –una persona muere y otra está en grave riesgo de perder la vida– para convertir al país en referente mundial gracias a una perfecta combinación de generosidad social y excelencia asistencial. Las cesiones de órganos crecieron el año pasado un 7%, hasta 2.346, superada la adversidad que representó la covid para todo el sistema sanitario. Casi 49 donaciones por millón de habitantes posibilitan 16 intervenciones cada día, en manos de un engranaje de equipos de emergencia, transporte aéreo y personal médico y de enfermería, entre otros, que funciona con la precisión de un reloj. Pero si las cifras son motivo de orgullo, más lo son todavía las familias que se sobreponen a la pérdida del ser querido para apostar por la supervivencia de un desconocido; los que permitieron que aumentaran un 22% las donaciones en vivo: y aquellos que solicitaron la eutanasia después de asegurar el futuro de un semejante. El plan estratégico de la Organización Nacional de Trasplantes y la concienciación por parte de las asociaciones de pacientes perpetúa el liderazgo en solidaridad.
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