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Bea Crespo

Unidad de Estado

Editorial ·

La obligada acogida de menores y de mujeres embarazadas o con hijos a cargo en Ceuta debe ser repartida entre las comunidades

El Norte

Valladolid

Jueves, 20 de mayo 2021, 07:06

La confirmación por parte de un ministro marroquí de que la afluencia de miles de migrantes hacia Ceuta fue promovida por el régimen de Mohamed ... VI, con la reivindicación de la soberanía sobre el Sáhara Occidental de trasfondo, hace temer que la crisis dure tiempo porque se vuelva recurrente para Rabat. Se trata de un pulso desigual, dado que España no podría aplicar medidas análogas de presión sin dejar de ser un país democrático y solidario. Pero la fortaleza de nuestro país frente al chantaje de Marruecos y para demostrar que Ceuta, Melilla, la costa andaluza o la canaria forman parte de la frontera sur de la UE depende sustancialmente de la unidad interna.

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Pedro Sánchez y Pablo Casado no estuvieron ayer a la altura de su responsabilidad. Se dejaron llevar por la inquina mutua en el Parlamento al exarcerbar diferencias frente a la defensa común de la integridad territorial y la denuncia conjunta de la ominosa utilización de personas vulnerables en el tablero geopolítico. Nunca antes una crisis diplomática que también es migratoria –aunque lo negase el presidente– había sido retransmitida minuto a minuto con la salvedad de sus primeras horas. Ello ha permitido constatar las escaramuzas de entrada en grupo en Ceuta, la angustia y la fatiga en muchos de los rescatados del mar y la decisión en jóvenes dispuestos a seguir intentándolo. Pero junto a las imágenes que revelan la entrega de submarinistas de la Guardia Civil en la salvaguarda de vidas, el temple de la Policía Nacional ante las avalanchas y el gesto acogedor con que miembros del Ejército reciben y atienden a los migrantes se percibe el tratamiento descuidado de los derechos que asisten a quienes consiguen rebasar la línea fronteriza. Están las imágenes que atestiguan devoluciones tan en caliente que no cumplen con los mínimos legales de menores acogidos en condiciones más que precarias y de otros deambulando por la ciudad autónoma; de mujeres con niños pequeños acurrucadas en una tierra de nadie.

No hay excusa para que el Gobierno, junto al cuenteo de los migrantes que han sido retornados o lo han hecho por propia voluntad, eluda explicar su actuación en términos legales y no establezca los protocolos que ni siquiera tan inusitada explosión migratoria podía soslayar. Y es urgente que la obligada acogida de los menores y mujeres embarazadas o con hijos a cargo en Ceuta cuente con un reparto corresponsable entre todas las comunidades autónomas.

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