Deforestación de la vida
«Los dioses nunca estuvieron aquí, y si lo hicieron viven refugiados en los bosques del planeta que extinguimos»
Un árbol es algo vivo con identidad propia e intransferible, un árbol es alma individual, cada árbol del planeta lo es. Desde las raíces de ... la tierra crece la vida del árbol, mientras la muerte en forma humana vigila atenta ese crecimiento. El crecimiento del árbol esclarece el misterio de la vida con mayor certidumbre que la ciencia. El árbol no muere, es nuestra vista la que muere o niega la presencia del árbol. Los árboles siguen ahí, cada uno en su sitio, ocupan su lugar en el bosque, y para el humano verlos es cada día el mayor de los consuelos.
La vida secreta del bosque esconde nacimiento y muerte, ese es el misterio desvelado del corazón umbrío del bosque. En cierto modo, todos somos bosques El árbol de la vida no sólo nace y crece en el agua, también lo hace en la tierra del vacío, tal vez sea el espacio que ocupa un lugar donde antes no había espacio ni tiempo. ¿Dónde vuelan las hojas caídas de las ramas cuando el árbol de la vida es herido de muerte, cuando a diario es serrado, abrasado, reducido a cosa, a materia inerte? No sólo es el bosque y la selva, es la deforestación de la vida lo que el ser humano acomete sin la menor consideración por la naturaleza de la que es parte indisoluble.
La tierra vibra y se mueve, el epicentro se calienta y se enfría, se desplaza, vive y muere sin pausa, y nosotros la explotamos y herimos solo para el bienestar de nadie. Los dioses nunca estuvieron aquí, y si lo hicieron viven refugiados en los bosques del planeta que extinguimos.
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