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Debates y series de TV

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La Espita ·

J. I. Foces

Valladolid

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Domingo, 5 de mayo 2019, 09:45

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Las generales y el batacazo del PP obligan a mirar en Castilla y León a este partido, más que al PSOE, pese a que por primera vez desde 1986 los socialistas han adelantado a los populares. Sin tiempo para recomponer la figura, la triple cita del 26 de mayo (municipales, autonómicas y europeas) vuelve a colocar al PP en el punto de mira. Eso sí, ya nada es igual que antes del 28-A. Se cruzan apuestas por saber si será la sede del PP de Valladolid la primera que cierre este partido (que además de votos ha perdido dinero público a espuertas por sus exiguos resultados) por ser esta ciudad donde tiene dos sedes, provincial y regional. Hay presidentes del PP que quedaron chamuscados el domingo.

En cabeza, el de Valladolid, Jesús Julio Carnero, que al espectáculo zarzuelero de no saber durante la Semana Santa en qué lista quedaría ubicado, añade ahora al currículum otra sonora derrota: perdió como secretario del partido un diputado nacional en 2015 y ahora, como presidente, otro diputado y dos senadores. Balance 'cum laude'; para una derrota, claro. La sombra de Isabel García Tejerina empieza a extenderse sobre la sede provincial del PP. La única diputada que le queda al PP vallisoletano vivió el domingo el escrutinio en Madrid, en la sede de Génova. Y 48 horas después un tan desconcertado como herido Pablo Casado ha tenido que asirse a ella como tabla para intentar salvar algunos muebles el 26-M. Tejerina es la directora de la campaña europea del PP. Está aprendiendo rápidamente sobre los entresijos del partido y en el supuesto de un relevo a medio plazo en la presidencia del PP de Valladolid ya hay quien la ve muy bien situada.

El 28 de abril tiene ya un efecto palpable en Castilla y León de cara a la lucha por la Presidencia de la Junta el próximo 26 de mayo: Las urnas de las generales han colocado en igualdad de planos a tres políticos: Alfonso Fernández Mañueco (PP), Luis Tudanca (PSOE)... y ¡Francisco Igea! (Ciudadanos). El popular y el socialista jugaban su particular partida de ajedrez desde hace meses. Ahora se une al juego el líder centrista.

J. I. Foces

Los populares vallisoletanos elevan jaculatorias a los dioses de las urnas, encomendándose a Pilar del Olmo para arrebatar al socialista Óscar Puente la Alcaldía vallisoletana, única forma que tendrá el PP de salvar el 26-M en esta provincia. Única. Si se recuperan del golpe del 28-A. Porque hundidos están un rato. Solo desde semejante estado de ánimo se entiende que no les importase a la candidata a la Alcaldía y al actual presidente del grupo municipal, José Antonio Martínez Bermejo, relegado al puesto octavo de la lista municipal después de haberse comido cuatro años de ingrata oposición (así paga el PP la entrega), 'regalar' a Puente y al PSOE la foto de la derrota que protagonizaron en la noche del domingo y que captó, en un ejercicio de buen periodismo gráfico, el fotógrafo Rodrigo Jimenez para este diario en el céntrico hotel donde habían convocado a los afiliados; afiliados que, por cierto, ni pisaron por allí.

La digestión de los resultados del domingo le ha costado mucho al presidente regional del PP, Alfonso Fernández Mañueco. Fue un error no salir a hablar. De bulto. Los partidos necesitan referencias. En las victorias, claro, pero en las derrotas, aún más. No te puedes autoplocamar, como hizo él el día 23, digno sucesor de Herrera (sic) y a la primera derrota dar la callada por respuesta. Esos errores no los olvidan los propios del partido. No. Y fue un error porque el próximo viernes empieza la campaña de las autonómicas, en las que por primera vez desde 1995 habrá debates. 24 años sin un debate entre los candidatos a la Junta. El único celebrado, el del 17 de mayo de 1995 entre Juan José Lucas (PP), Jesús Quijano (PSOE) y Antonio Herreros (IU). 55 encorsetados minutos, moderados por el periodista Jesús Fonseca, que hizo lo indecible para sacar petróleo del hormigón.

Veinticuatro años después, habrá debates, fozados por la ley regional, claro. Ley impulsada por un Juan Vicente Herrera que en sus tres campañas autonómicas rehuyó el debate. Primero le negó el pan y la sal al socialista Ángel Villalba, quien es verdad que se había pasado tres pueblos con acusaciones a la familia del presidente popular. Después, a Óscar López, quien vino a Castilla y León a descubrir la fórmula de la Coca-cola y no pasó de gaseosa. Y tercero, a su paisano burgalés Luis Tudanca. Ahora que se va Herrera, se verán las caras los dos martes de la campaña (14 y 21) en debates a cuatro Mañueco, Tudanca, Francisco Igea y Pablo Fernández, los líderes de los partidos con grupo parlamentario. El debate no acabará en multitud al rechazar la Junta Electoral la presencia de IU y UPL debido a que no tienen grupo parlamentario propio.

El 28-A ha puesto en igualdad de planos para esos debates a los candidatos del PP, del PSOE y de Ciudadanos. Igea llegará a la cita con el doble prestigio que le ha dado plantar cara a los del pucherazo de las primarias centristas, que hicieron pasar al ostracismo político y tuitero a Silvia Clemente, y haber obtenido ocho diputados en las recientes generales. Igea se sabe dueño de la llave de la Junta. A tenor del resultado del 28-A, no parece que Vox pueda él solo salvarle los muebles a Mañueco. Igea tiene la llave y llegará a los debates no ya como el que puede dar la Junta al PP o al PSOE, sino como el candidato al que a lo mejor se ven forzados a investir como presidente Tudanca o Mañueco. La particular partida de ajedrez que, mano a mano, disputaban estos desde hace meses incorpora a Igea. ¿Ajedrez a tres? No, tres partidas dos a dos.

Habrá que estar atento a esos debates. Y repasar alguna serie televisiva de culto, como la danesa 'Borgen'. Su protagonista, del partido moderado, llega a primera ministra pese a haber sido la tercera en escaños. Le apoyaron los laboristas, que tuvieron más escaños que ella, y los verdes, y expulsaron del gobierno a los conservadores, que habían ganado.

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