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Marroquíes tratan de escalar un muro para acceder a Ceuta. AFP

Consecuencias

La Canaleja ·

El Gobierno de los del dedo sin querer en el ojo nunca se han parado a pensar que, aunque sea inintencionado, en la vida tocar las narices, y más al vecino de abajo, genera problemas

Jaime Rojas

Valladolid

Sábado, 29 de mayo 2021, 07:56

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Sonó el cristal, como ruido inesperado. Estruendo de rotura de un vidrio en los Maristas, los curas que entonces soñaban amoldarse a la Transición. ... Era una época en la que ya casi solo recuerdo mi condición de adolescente. Cristales rotos y mi compañero de pupitre, un chaval sin miedo, dijo que había sido él. El Hermano marista preguntó de nuevo incredúlo y el tipo, con un par, insistió: «Sí, he sido yo quien ha roto el cristal, ¿cuánto cuesta?». El cura dijo una cifra, supongo que al azar, y 'el pollo', así le llamábamos, respondió, «por ese precio rompo otro». Hace, buf, más de cuatro decenios que sucedió y quiero recordar que nunca hubo castigo.

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