Ciencia humana y robótica

Una gran incertidumbre sigue presente en nuestro mundo globalizado: ¿seremos capaces de asumir sin catastrofismo los cambios sociales que la ciencia induce con sus avances tecnológicos? Tal vez si olvidamos toda parafernalia de especulaciones financieras, animismos, ideologías y prejuicios morales, tendremos mucho adelantado. El peligro que nos acecha es que, perdidos en el corazón de una selva intrincada de ordenadores robotizados y toda suerte de artilugios tecnológicos, podemos caer en la ingenua pretensión de encapsular todos los problemas de la vida en el ser claustrofóbico de la Inteligencia Artificial.

La ciencia ficción deja de ser ficción, un informe científico que haga constar todos los pormenores y las más desconocidas funciones de aquellas estructuras que configuran todo sistema ya no es ficción. No estoy hablando de ninguna clase de tecnología, ni siquiera de cualquier sistema material operativo, o de una estructura natural sostenible, con ello aludo al misterioso y escurridizo chisporroteo de la vida y de la presencia impredecible del humano en ella. Me refiero a un informe que, por razones evidentes, no podrá ser ya elaborado solo por científicos, sino que será también el fruto del trabajo de una máquina autoprogramada, una inteligencia artificial consciente de sí misma. No es ciencia ficción, es el futuro próximo.