Sin Vox ni bótox
«Una piel de adolescencia prorrogada con prematuros y desconcertantes efectos de desgaste»
Los problemas de identidad, normalmente generados en la etapa de inmadurez, suelen, a su vez, generar nuevos conflictos. Idas y venidas desconcertantes, ataques de rebeldía ... sorpresivos, fugas inesperadas sin ton ni son, regresos imprevistos al hogar familiar… Un desbarajuste propio de la búsqueda de uno mismo, de la razón o al menos la causa de ser, de existir, y la batalla, siempre envuelta en fuego amigo, que ha de librarse para encontrar una finalidad, una justificación al día a día, a lo cotidiano, a ese consumo de energía permanente e insaciable.
Algo de lo anterior emerge en Vox de vez en cuando. Cierto que es una formación injustamente atormentada cuando se establecen sobre ella cordones sanitarios, que parten de las ideologías más sectarias y con raíz activa, u omisiva, en la criminalidad política, como es el caso de Bildu y PNV. Que según para qué da lo mismo el Manifiesto Comunista que el Dios y la ley vieja. Pero eso no le exime al partido de Abascal de alcanzar una estabilidad estructural interna que permita ofrecer consistencia en sus alianzas.
El asunto de los menores extranjeros no acompañados, asunto complejo pero que no debe permitir miradas para otro lado ni oportunismos populistas (en ninguno de los dos sentidos) revela una recaída de Vox en su zigzagueante proceso de asentamiento en el panorama político y, en especial, en el ámbito institucional. Sean cuales sean los argumentos que se den, la percepción nos indica una búsqueda desesperada, y por ello desproporcionada, de elementos diferenciales con el PP, en una exploración nutrida por el temor a la irrelevancia y el descontrol que producen los celos.
En territorio CyL los efectos de la decisión de la ejecutiva nacional de Vox han supuesto la dimisión de García Gallardo,el cese de Dueñas y Veganzones (que abandonan la formación pistacho, lo que no deja de ser elocuente) y la continuidad de Santonja, quien no debe romper ningún carné pues carece de afiliación partidista. El titular de Cultura ha tomado el olivo ante la embestida de la crisis en el gobierno regional, un arreón intempestivo. Mañueco sabe de su lealtad institucional y programática. Ya desde los tiempos de los 'papeles de Salamanca'.
Vox pierde voz, y Vox se desprende de la neurotoxina con la que se adhería a los gobiernos necesitados de apoyos para ejercer su mandato con una mínima estabilidad, ese bótox que le otorgaba un rostro seguro de sí mismo y que, ahora, paradójicamente, arruga su imagen. Una piel de adolescencia prorrogada con prematuros y desconcertantes efectos de desgaste.
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