Carril reconstituyente
Para eso de pedalear, nada mejor que atender a la validación de la ilegítima ley de Amnistía que ha perpetrado el Tribunal Constitucional
Pues nada, otra columna, otra semana, que me voy a quedar con las ganas de escribir sobre Morante de la Puebla. Además, el sábado y ... domingo, en los que el diestro cigarrero tenía previsto torear en Zamora y Soria, no ha podido hacer el paseíllo tras resentirse de la cogida que sufrió en Móstoles días atrás. Mantengo la esperanza de que el miércoles, en Burgos, esté ya en condiciones de lidiar los toros de Antonio Bañuelos, criador de toros bravos de origen palentino, con alma de romántico eremita. Del carril bici en el paseo de Isabel la Católica algo habrá que anotar, que el otro día me di un garbeo en paralelo, impactado ante los datos que leí en la prensa sobre el número pasos de cebra que lo jalonan. Sí, merece algún comentario el itinerario para velocípedos que tanto juego da para los chascarrillos ideológicos. Aunque, para eso de pedalear, nada mejor que atender a la validación de la ilegítima ley de Amnistía que ha perpetrado el Tribunal Constitucional.
Desde el sentido común, y desde el jurídico, cabe obtener, a botepronto, dos conclusiones. La primera, que según a cambio de qué, cuándo, y cómo, existen seis magistrados, seis, dispuestos a colocar la Constitución en un rango normativo equiparable al de un reglamento de régimen interior de una comunidad de propietarios. La segunda, pues que lo que proceda del legislativo están dispuestos a darlo de paso con tal de agradar a su señor, aunque suponga deshacer la clave de bóveda de nuestro ordenamiento jurídico. A su vez, una ocasión más, aunque de calidad inigualable, para constatar de qué se habla cuando se pronuncia la palabra progresismo. La promoción de la desigualdad de los ciudadanos españoles ha quedado ya acreditada como una de sus irreversibles señas de identidad.
La lectura de los cuatro votos de los magistrados no progubernamentales, no sanchistas, no progresistas, permite entender que una persona no condicionada por mantener el poder que ostente, bien sea presidente del gobierno, bien magistrado progresista de Tribunal Constitucional, entiende recta y cabalmente que el trueque de una ley que borra evidentes y graves delitos contra una sociedad democrática a cambio de una investidura, siete votos, resulta ilegítima en su génesis, sus efectos y su carácter teleológico.
Así que no puedo sino entender que el nuevo carril bici de Isabel la Católica, que progresa por un recorrido bastante más alegre que el anterior, ese que impuso la nulidad radical de un carril para vehículos que pagan impuestos, y que en cada punto de encuentro con un acceso de peatones muestra un paso de cebra, me parece que no resta ningún derecho a los ciclistas. Y, encima, no llego tarde al partido de los jueves con los amigos. Reconstituyente y vitaminizante.
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