Monsieur le Président
En España todavía seguimos cantando por Joan Baez o por Georges Brassens. A nosotros nos honra. A Trump le cabrea. A los rusos les encanta
«Je viens de recevoir / mes papiers militaires / pour partir à la guerre / avant mercredi soir. / Monsieur le Président, / je ne veux pas la faire, / ... je ne suis pas sur terre / pour tuer des pauvres gens». O lo que es lo mismo: «Acabo de recibir / mis papeles militares / para ir a la guerra / antes del miércoles por la noche. / Señor Presidente, / no quiero hacerlo, no estoy sobre la tierra/para matar a las pobres gentes». En los años ochenta, y aún en los noventa, el poema de Boris Vian en la voz de Joan Baez o de Georges Brassens era un auténtico himno entre los insumisos, antes de que el gobierno de José María Aznar terminara con el servicio militar en 2001. Lo era en España y, por supuesto, también en Francia, el país que inventó en 1793, en plena Revolución, la famosa levée en masse, que bien podría considerarse el modelo del servicio militar obligatorio en el mundo.
Pues bien, la república que ahora preside Emmanuel Macron acaba de dar luz verde al nuevo servicio militar voluntario francés, dirigido a jóvenes de 18 y 19 años. Un voluntariado de diez meses con una remuneración mensual de entre 800 y mil euros para 3.000 jóvenes que iniciarán el ciclo en el verano de 2026 y con la previsión de alcanzar los 50.000 en 2035. Todo ello con el ánimo de «reforzar las capacidades de defensa nacional en un contexto de creciente tensión internacional, especialmente por la guerra en Ucrania y la amenaza que representa la proximidad de Rusia». No se puede decir más claro.
No muy lejos de París, en Berlín, Alemania, que tiene algo más cerca a Rusia, ya se adelantó acordando en su día un nuevo modelo de servicio militar, inédito en el país que desencadenó (y perdió) la Segunda Guerra Mundial. Así mismo, un «voluntariado» que, desde enero, contará con el envío de un cuestionario obligatorio del Bundeswehr a todos los hombres mayores de 18 años, quienes deberán indicar su disposición, salud y aptitudes para la milicia. De momento, únicamente los hombres, no como en el caso de Francia, que también llama a la defensa a sus mujeres. Un cuestionario que, si la ley avanza, terminará convirtiéndose en reconocimiento médico, con la idea a corto plazo de aumentar el ejército alemán hasta los 260.00 efectivos, frente a los 182.000 actuales.
Un llamamiento a la defensa de Europa, ante abandono y la inutilidad manifiesta de Trump para detener el conflicto de Ucrania, que también ha tenido su repercusión en otros países europeos pacifistas. Suecia, con la aprobación de un plan inversiones en el ejército que le llevará a aumentar el presupuesto en 2026 en un 18% frente a 2025, además de un notable aumento de sueldo para los que se animen a servir a la patria con las armas, por no hablar de la ampliación hasta los setenta años para que los exoficiales puedan ser movilizados si fuera necesario o del plan para subir de los 8.000 jóvenes reclutas en la actualidad hasta los 14.000 en 2035. O Noruega, cuyo parlamento aprobó en 2024 un plan de defensa a medio plazo (2025-2036) que incluye aumentar el número de reclutas, reservistas y personal militar desde los 9.000 a los 13.700 efectivos… acompañados, eso sí, de un fuerte gasto en equipamiento, estructura, defensa aérea o modernización de la marina.
En España, quizás el país que más lejos está de esa Rusia que no deja un solo día de asesinar en Ucrania (si exceptuamos la proximidad que supone tener aquí las bases americanas), estamos acabando el 2025 y todavía seguimos cantando, por Joan Baez o por Georges Brassens, el 'Mr. le Président'. A nosotros nos honra. A Trump le cabrea. A los rusos les encanta.
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