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ripulantes con brazos en alto del Barco Meteque de la flotilla interceptado en aguas del Mediterráneo por la Armada israelí. Efe
EL AVISADOR

La armada vencible

«¿Será Ayuso el brazo de la barbarie frente a la degeneración democrática de Pedro Sánchez, así como echó Donald Trump de la Casa Blanca a los decadentes demócratas? El sentido común parece decir que los españoles estamos hechos de otra pasta»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 4 de octubre 2025, 08:57

Solo en el gesto marcial se le parece Margarita Robles a don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, duque de Medina Sidonia y almirante de ... aquella armada invencible que envió Felipe II a luchar contra los elementos. Los elementos que, en el caso de nuestra ministra, no han sido tormentas, vientos, mareas, corrientes ni impericias militares, sino más bien un tremendo aparato israelí que, burlándose una vez más del derecho internacional y los derechos humanos más elementales, sigue pescando activistas de la flotilla Global Sumud en aguas internacionales. Impasible el ademán de los 52 militares y 0cho sanitarios del patrullero de altura Furor, frente a un sofisticado dispositivo compuesto por fuerzas de la marina de guerra, comandos navales de élite, policía, servicio de prisiones, personal de apoyo en tierra, bufetes de abogados y reservistas a los que se les congeló el permiso por si era necesario intervenir frente al furor de la flotilla humanitaria.

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Es difícil valorar si es gesta o si es gesto, si heroica o ridícula esta mini acción militar española, ante un conflicto que empieza a desbordarse, más allá del territorio palestino, por todo el Mediterráneo, así como por las calles de las ciudades de medio mundo. Incluidas las cargas policiales del jueves en Barcelona. Lo que sí es fácil de calibrar es el efecto que la escaramuza, más allá de su repercusión internacional, está surtiendo en la política española. En primer término, ahondado todavía un poco más en ese furor polarizador que cala y cala entre nosotros. Y en segundo término, ayudando a consolidar definitivamente en España un modelo político que no terminábamos de concretar, y que sin duda esta semana, con la ayuda de la flotilla y sus satélites, ha dado un nuevo paso adelante.

Aunque no son nuevas, ni siquiera originales, las declaraciones de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobre los incidentes náuticos («ya se han dado el baño»), la verdad es que sí contrastan con la prudencia (o el desconcierto) de la mayor parte de sus compañeros de partido. Lo que sumado al despropósito del 'pin, pan, pum', que tanto ha molestado al lehendakari Pradales, parece consolidar la mamarrachada, la bufonada, el disparate o la caricatura como el lenguaje de esa nueva política que, al más puro estilo trumpista, se impone en el mundo. No digo yo que a Feijóo, que una vez más visualiza la posibilidad cierta de volver a perder ganando las próximas elecciones, le suceda con Isabel Díaz Ayuso lo que a los republicanos Ron DeSantis o Nikky Haley frente al furor de Donald Trump en las primarias de su partido. Entre otras cosas porque en el PP no hay una gran afición por las primarias. Pero sí que entre la derecha, ante el hartazgo del sanchismo, cada día el modelo americano cobra más adeptos, con Ayuso a la cabeza: antes la hemorragia verbal y el payasismo político que la corrupción profunda de la otra parte. Un rayo, el de la corrupción, por cierto, que no cesa alrededor del presidente en los tribunales.

¿Será Ayuso el brazo de la barbarie frente a la degeneración democrática de Pedro Sánchez, así como echó Donald Trump de la Casa Blanca a los decadentes demócratas con el voto de los más pobres y los más ignorantes de su país? El sentido común parece decir que los españoles, incluso los europeos, estamos hechos de otra pasta que aquella patulea. Pero la verdad es que la catadura de buena parte de nuestros altos dignatarios y gobernantes, desde el gobierno de la nación hasta las taifas de las comunidades autónomas, se empeñan cada día en mostrarnos lo contrario. Mientras, el Furor espera, a ochenta millas náuticas tanto de Gaza como de la costa egipcia, el desenlace de esta última batalla internacional, perdida en aguas propias.

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