En blanco y negro
CRÓNICA DEL MANICOMIO ·
«Los lenguajes fascistoides se han descrito como discursos breves, cargados de eslóganes y frases hechas. Por eso las redes son el medio ideal para plasmar esas ideas absolutistas»Las ideas han perdido color. Desfilan en un blanco o negro intensos sin atreverse con los grises, el verde o el marrón. Son de un ... color o del otro, pero descartan cualquier zona intermedia por pudor. Acercando ambos extremos han amputado el lenguaje hasta reducir las contradicciones de la vida, que son múltiples y variadas, a la simple oposición.
Muchos mensajes son hoy tan cortos que solo admiten el sí y el no. El discurso, una vez sometido a esta reducción, encoge y pierde los matices y las tonalidades. Las redes sociales pueden ser muy útiles para la comunicación y para algunos profesionales, pero incorporan en su brevedad la venganza totalitaria del lenguaje. Para mantener la buena salud, el lenguaje pide dos cosas: concisión y extensión. Dos cosas aparentemente incompatibles pero concurrentes.
Ahora bien, si te extiendes demasiado acabas caminando sobre una retórica vacua e imprecisa, de suculenta palabrería, pero que no dice nada. Y si te quedas corto, como sucede en la circunstancia que comento, solo dices una cosa. Dices tu verdad contra la de otro. Vives en pareja racional, que es una pareja mal avenida de opuestos que se enfrentan.
Los lenguajes fascistoides se han descrito como discursos breves, cargados de eslóganes y frases hechas. Por eso las redes son el medio ideal para plasmar esas ideas absolutistas, arremangadas y simples, de fácil comprensión. Entrar en ellas es disponerse a caminar un trecho a pipiricojo y arriesgarse a terminar tullido, con la mente en blanco y probablemente con un enemigo al lado. Ortega sostenía que hacerse de un partido político era una forma de hemiplejía mental. Pese al elitismo que caracteriza al autor, no deja de ser un pensamiento a considerar. La inteligencia hace valer su fuerza cuando cuenta hasta tres y más. Si se queda a mitad de camino, en el binarismo de la oposición, en el dos como cifra nuclear de la lógica y el cálculo, la estupidez vence con facilidad.
El populismo, por ejemplo, es un régimen binario estricto. Solo concibe dos ideas en permanente confrontación. Su régimen de verdad es pobre e inquietante, porque no se guía por lo verdadero sino por el enemigo. Hace unas décadas, nos parecía que los debates públicos eran una libre exposición de ideas que procuraba una solución. Hoy, en cambio, es un ataque al contrario y una discusión que persigue la victoria y la anulación del rival.
Hay quien piensa que este binarismo proactivo, que cunde en la actualidad, está en el origen del mal y alimenta un nuevo maniqueísmo. Incluso cabe pensar que el movimiento queer, que tanto incomoda por su vocación politeísta y heteróclita, no es otra cosa que una reacción contra un error ideológico y moral de la cultura que nos mantiene cautivos.
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