Atavismos eléctricos

Las eléctricas saben perfectamente que su sector está regulado, es decir, que no se puede parar una central a voluntad. O sea que la amenaza es una bravata sin sentido encaminada a transferir a otros las responsabilidades propias. Porque si una subida desaforada del gas otorga beneficios extraordinarios a las eléctricas, es lógico que una parte de esos beneficios vayan a rebajar el precio final a los consumidores (el término 'confiscación', usado por el PP, produce risa).

En este país, nadie discute el modelo de sociedad, el valor de la empresa privada como motor insustituible de la economía, pero hay un espacio en el que todavía cabe la polémica: ¿Es justo que el mercado imponga sus leyes frías e insensibles en lo referente a los grandes servicios públicos? ¿Se puede hacer negocio ilimitado con la salud, con la electricidad, con la educación?

En Europa hay grandes empresas públicas propietarias del sistema eléctrico. Y aquí, quizá hubiera sido inteligente agrupar nuestras nucleares en una empresa estatal. Todavía hay tiempo de algo así si los empresarios de las eléctricas siguen jugando con fuego.