Arengas y manifiestos
Crónica del manicomio ·
«Saludemos la belleza de las palabras y la rebeldía serena y feroz de los proyectos»Hay frases y textos, en general breves o muy breves, que elevan el ánimo y nos enaltecen. Hoy me permito recrearme con su recuerdo e ... invitaros a mi particular fiesta con algunos ejemplos.
Un primer testimonio se lo debemos a Cicerón, a sus palabras durante un discurso desesperado ante el Senado en defensa de la convivencia y el orden republicanos: «¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Por cuánto tiempo seguirás burlándote con esa locura tuya? ¿Hasta qué límite llegará, en su jactancia, tu desenfrenada audacia?».
Con un tono muy distinto, pero no menos comprometido, leemos un texto tan odiado como universalmente conocido: «Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para atacar ese fantasma». Arranque del suntuoso manifiesto de Marx y Engels que tantas consecuencias desfavorables tuvo, pero que conserva íntegra su verdad revolucionaria, el motor perpetuo e irreductible de la desigualdad de clases y de razas.
Mucho más cerca, en el tiempo y en la distancia, el 18 de julio de 1938, Manuel Azaña pronunció en el Ayuntamiento de Barcelona su último discurso como presidente de la Segunda República, que concluyó con uno de los alegatos más emotivos de la historia de España: «Y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres que han caído por una ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, perdón».
Algo más tarde, el 28 de agosto de 1963, a los pies del monumento a Abraham Lincoln, Martín Luther King dirigió a la multitud una frase gloriosa: «Tengo un sueño. Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad».
Y casi treinta años después, el movimiento Queer Nation, nacido en 1990 en defensa de la visibilidad y derechos de los homosexuales, publicó un manifiesto exquisito cuya lectura aún retumba en las conciencias y hace saltar las lágrimas: «Y somos un ejército de amantes porque somos nosotros los que sabemos lo que es el amor. Deseo y lujuria, también. Los inventamos. Salimos del armario, nos enfrentamos al rechazo de la sociedad, nos enfrentamos a pelotones de fusilamiento, ¡solo para amarnos unos a otros! Cada vez que follamos, vencemos».
Saludemos la belleza de las palabras y la rebeldía serena y feroz de los proyectos.
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