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J. C. Castillo

Así arde la belleza de un mundo

«La mejor manera de salvaguardar estos tesoros ecológicos no es dictando resoluciones en que se prohíba el laboreo con maquinaria susceptible de provocar chispas o explosiones; sino favorecer la dedicación a su mantenimiento»

Luis Díaz Viana

Valladolid

Sábado, 23 de julio 2022, 00:29

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Calor infernal. Castilla y León en llamas. Fuegos que corren, como caballos desatados por la fatalidad del rayo o las tormentas, sobre tierras de Segovia, ... Salamanca, Zamora… Lugares únicos, como la Sierra de la Culebra -hogar del lobo ibérico-, Candelario, Navafría. Y, en Ávila, Navalonguilla o, en Villafranca del Bierzo, Paradaseca. El incendio entró en Las Batuecas, a donde -según las leyendas- no arribaba casi nadie, si no eran los refugiados de todas las guerras y los reinos perdidos. Tierra de ensoñación en que ausentarse del mundo y asilvestrarse -al igual que animales sin ley-, como se contaba en ciertas historias que habría ocurrido con los descendientes de las huestes visigodas del desgraciado rey Don Rodrigo; o un refugio al que escapar, como se decía que hicieron dos amantes contrariados dejando atrás la corte de los duques en Alba de Tormes.

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