Información

Que si quiere bolsa, sheriff. Ni caso.

Contrito, le cuenta su derrota bochornosa al expresidente, nada menos. Este, que es Robert de Niro y me da igual cómo se llame el personaje, saca una de las libretitas viejas en las que tiene apuntados todos los detalles de su mandato. Busca hasta que da con una página. La deja abierta mientras marca el número del jefe/director/mandamás que se niega a facilitar la información. En el papel, anotado, está el nombre del tipo, de su esposa, de su hija, el restaurante donde comieron aquella vez, su plato favorito y todos los detalles relevantes de aquella conversación. Cuando se pone al teléfono, le interpela: «¿Qué tal tu esposa? ¿Salió bien de la operación?... ¿Tu hija ya está en la universidad?... Ajá… Tendríamos que volver a comer unas arepas en el Wow, aún me acuerdo». Cinco minutos después tiene la información.

No deja de ser el mismo Robert de Niro que encarnaba a Vito Corleone en su camino hacia la cumbre. Y ya entonces sabía que el contacto personal, el tiempo, un café aquí y un rato allá, son la única forma de conseguir información valiosa. Solo esa lección debería suponer chorrocientos créditos en el Grado de Periodismo. Y el resto, para explicar que buscar en gúguel y escribir al dictado no es periodismo, sino taquimecanografía.