Engurruñaos
«El enfurruñamiento tiene fases, desde el ni mirarse a la cara hasta la reconciliación, si acaso»
VOX, ese partido que, como diría Leo Harlem, tiene menos flexibilidad que un azulejo, le dejó en el atril a Mañueco el mismo papel que le envió en noviembre ... . El todo o nada de la negociación. O asumes mi programa al 100%, como si fueras un santiagoabascalista de Salamanca, o no hay presupuestos autonómicos. Que Mazón lo compra porque Mazón compra lo que sea con tal de que no le envíen a escardar cebollinos. Pero a Mañueco le queda un añito. Uno. Y su mayor afán en estos doce meses es conseguir el suficiente número de votos como para poder aspirar a gobernar sin el pestiño de tener que soportar otro socio.
Así que gurruño y papelera. '¡Vausté a la mierda!', que gritaría Fernando Fernán Gómez en un momento de ofuscamiento.
Y así han quedado. Engurruñaos. Que es como enfurruñarse pero por los papeles. «Que nos conocemos», advierte David Hierro desde su bagaje de criatura del PP hasta que se emancipó al cumplir los 36 y ver a Santiago Abascal romper su carné. «Que nos conocemos», le advierte de vuelta Mañueco precisamente porque fue una criatura del PP. «¡Sujetadlos, que se matan!», podría haber saltado el letrado mayor, como un árbitro, con los brazos en cruz para separar a los contendientes. Y la claque de ambos amagando por detrás, a lo 'que te pego, leche'.
El engurruñamiento tiene fases. Primero, ni mirarse a la cara. Después, echarse en cara el pasado, lo que pudimos ser y tú no quisiste. Luego, proclamar el 'nunca más' dolido, compungido, con rasgar de vestiduras, en los quince días antes de colocar las urnas. ¿Y luego? Pues según. Igual hay que sacar el papel de la basura y plancharlo un poquín antes de echar la firma. Ya lo dicen, donde hubo llama siempre hay rescoldos.
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