Corrupción y esperpento
Los dos extremos, la extrema izquierda y la extrema derecha, coinciden en creer por distintas razones que se está dando un 'golpe blando' contra la democracia
Con su crónica de la mafia en el 'El Padrino' (1972), Mario Puzo y Francis Ford Coppola crearon una gran metáfora explicativa sobre cómo funcionan ... las élites de poder (incluido el poder político en las democracias). Antes, Valle-Inclán había creado con la publicación del libro de 'Luces de Bohemia' (1924) otra gran metáfora social: el esperpento. Una imagen deformada de la realidad, la tragedia española y los héroes clásicos como la que devuelven los espejos cóncavos. El concepto estético dio origen a un nuevo género literario que se hizo popular. La palabra se utiliza hoy según el Diccionario de la Lengua Española para referirse a todo tipo de situaciones, cosas y personas grotescas y estrafalarias, ridículos adefesios, desatinados espantajos y mamarrachos.
No hay sociedad ni democracia sin corrupción. La hay incluso en las más desarrolladas y avanzadas. La corrupción es inherente a toda sociedad porque es inherente a la naturaleza humana. Nuestra naturaleza es corruptible, dispuesta a saltarse los códigos, normas, reglas y leyes por la ambición de dinero y de poder. Es algo que se sabe y ha ocurrido desde las primeras culturas y civilizaciones, hace 5000 años. La naturaleza humana, la mente humana, no es pura, por lo que la sociedad y la democracia tampoco pueden serlo. Cervantes hace decir a Sancho Panza: «Este mal mundo que tenemos, donde apenas se halla cosa que esté sin mezcla de maldad, embuste y bellaquería» (Q.II,11). Un diagnóstico certero, aunque expresado con palabras moderadas, bastante suaves. La realidad del mundo es más cruda, tanto en las palabras y formas como en los hechos.
Ni los sistemas democráticos ni los autoritarios o autocráticos pueden evitar la corrupción. La diferencia esencial entre ambos es que en los democráticos existen mecanismos para detectarla, ser conocida por los ciudadanos y poder depurarse. Habitualmente esto sucede gracias a los medios de comunicación libres, los tribunales de Justicia y las Elecciones periódicas, en ocasiones anticipadas. En los regímenes autoritarios, en cambio, la corrupción se tapa, no se depura y los ciudadanos ignoran que existe. Esto a veces produce la sorprendente paradoja de que al no poder conocerse más que la punta del iceberg, la superficie de ese tipo de regímenes, en ocasiones aparentan ser menos corruptos que los democráticos. Pero por supuesto es un espejismo debido a una percepción limitada y errónea. En los regímenes autoritarios, empezando por su propia naturaleza, hay muchísima más corrupción que en los democráticos.
En España aparecen cada día más signos de que estamos entrando en una etapa de fin de ciclo político. Hemos pasado ya varias veces por estas etapas, que no son agradables para los ciudadanos. Lo más sucio, degradado, torvo, agresivo, mendaz, grotesco y corrupto de la política sale a flote. Lo peor de lo peor se muestra ante nuestra mirada. Y hay un factor reciente que encona aún mucho más las cosas: el extremismo ideológico, tanto de derechas como de izquierdas. Unos afirman que existe una cacería fascista contra el poder democrático legítimo utilizando la guerra sucia y las cloacas. Y otros (o si se prefiere para ser más precisos, hunos y hotros) aseguran que se ha producido una toma antidemocrática o bolivariana de las instituciones utilizando las cloacas y la guerra sucia, convirtiendo a España en un Estado fallido. De modo que los dos extremos, la extrema izquierda y la extrema derecha, coinciden en creer por distintas razones que se está dando un 'golpe blando' contra la democracia. Mal ambiente para la paz social y la convivencia de todos los españoles. Mal camino. Sensorialmente, no huele ni pinta bien.
Quizá, en vez de seguir ahondando en el bucle de la corrupción, el fango, las cloacas, la fontanería inversa (que inyecta más 'merde' en las cañerías), el esperpento y lo grotesco, en vez de continuar dando vueltas a la espiral de la guerra sucia política, va llegando el momento de que los ciudadanos volvamos de nuevo a las urnas. Sería un alivio mayoritario.
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