Bajistas
«No tocan el instrumento. Básicamente, son expertos en empalmar periodos de cobro sin labranza con el número preciso de días trabajados»
Mi amigo Francisco es un artista de las cuatro cuerdas. Además es enfermero, productor y payaso vocacional en el mejor sentido de la palabra. Pero ... este artículo no trata de virtuosos de las notas graves. Se da un fenómeno bastante particular en esta época, coincidente con los momentos vacacionales o el buen tiempo. Gracias a la democracia, y a esa ley que algunos pretenden que se incline hacia un lado cuando conviene, tenemos un estatuto del trabajador que ampara el derecho a estar enfermo y que esa incapacidad no incida en tu situación económica. Vamos, que los abusos están perseguidos y la seguridad laboral avalada. El problema deviene de esa facilidad innata que algunos sujetos tienen para retorcer el beneficio y convertirlo en un guateque pantagruélico a costa de los demás. Pero, claro, como «los demás» no tienen nombre ni apellidos, como «los demás» son un ente en el que no hay un damnificado concreto… pues nada.
Como les decía, en estos días se multiplican las visitas a consultas médicas solicitando el alta de una condición que ha impedido ejercer su labor a miles de personas. En muchos casos, es el propio facultativo el que «prescribe» el movimiento para conseguir que ejerza de catalizador de una mejoría, incluso de motor de la misma para ese empujoncito que muchos necesitan y no encuentran modo de iniciar. Pero luego están los «bajistas» profesionales que, como ya les he explicado antes, no tocan el instrumento. Básicamente, son expertos en empalmar periodos de cobro sin labranza con el número preciso de días trabajados por medio. Si dedicaran el celo que ponen en conocerse el convenio al dedillo en el desempeño en su puesto, serían tipos intachables y valorados. Pero entiendo que les saldrá más rentable dedicar su intelecto y disposición a la estafa al prójimo. Porque es a cargo del resto de quien corren estos ciclos tan reposados como tramposos.
Antes de que alguno convulsione: solo me refiero a los descarados que aprovechan que las navidades acaban cuando empiezan las rebajas y que el verano comienza cuando regresan. Y, con sumo tino, tienen dificultades para currar en ese lapso concreto que va de unas a otras. Y algo más: no trato de generalizar. Pretendo poner de manifiesto que esas maniobras inciden directamente sobre los que sí necesitan días de ánimo, descanso, reposo, recuperación o actividad reducida. Y al final, como dice el topicazo, pagan justos por pecadores y acabamos cantándole las cuarenta a la compañera que lleva arrastrando meses una depresión o un tobillo a la virulé. Porque la brigada de caraduras que estrujan lo legítimo crean mala fama a aquellos que van escasos de salud. No puede ser que todos los políticos sean unos corruptos ni todos los sindicalistas unos comegambas ni todos los futbolistas del Real Valladolid unos «mataos». El asunto es que haberlos, haylos, como las meigas, y «bajistas» profesionales también.
Si alguno sigue sufriendo un síncope y cree que lo que digo son burradas, le traslado otro ejemplo aplicable. En estas últimas semanas estoy recuperando 'Los Soprano', serie sobre el crimen organizado de Nueva Jersey a principios de este bendito siglo. No se líen, no comparo a estos mangantes y asesinos con los que gorronean de la hucha común, pero hay un punto similar: los sucios negocios del clan italoamericano se basan en meter el dedito en una grieta del sistema y abrir una hendidura lo suficientemente grande para sacar tajada. Después, si son acusados de algo, culpan al maestro armero sintiéndose profundamente ofendidos. No sé si les suena de algo.
Unos siguen curvando lo lícito y fundado en su provecho y la mayoría, en cambio, continúa tirando del carro. Y como, por suerte, el límite de aguante no lo marca la paciencia sino la legalidad, habrá que poner más tesón en cumplir con ella escrupulosamente. Ya les digo que los únicos bajistas que me interesan son los que tocan la intro de 'Under Pressure', esa de Queen que empieza con un dundundun-durudundun marchosillo.
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